(128). LA BRISA DE LA BAHÍA. Los dragones alados

Estos “dragones alados” simbolizan el trabajo de aquellos aruquenses que, en acertada decisión, optaron por su presencia en el lugar...

Juan Ferrera Gil Lunes, 29 de Mayo de 2023 Tiempo de lectura:

Los dragones alados” del Parque de San Juan de Arucas, como pequeños y misteriosos “diablillos”, protegen, y siempre de manera definitiva, todo el recinto de juegos y de miradas dispuestas a descubrir nuevos caminos; caminos que en el sendero de la vida, como sucede en otros lugares, conforman la imperiosa necesidad de mirar a nuestro lado, así como el deseo de continuar y vigilar, aunque sea desde la distancia, la algarabía infantil que, en continuas carreras sudorosas y alegres, recorren todo su espacio.

 

[Img #8171]

 

Mientras fotografiaba un conocido señaló que era la primera vez que veía “esos pequeños dragones”: había tardado cincuenta años en descubrirlos. Estos diminutos seres míticos, algunos con sus alas rotas, pasan tan desapercibidos que su momento de esplendor, callado y silencioso, todavía no ha pasado: siguen en pie después de unas cuantas décadas y, tengo para mí, que nos protegen de pandemias sobrevenidas, de tristezas no deseadas y acogen, de vez en cuando, momentos esperanzadores. Estos “dragones alados” simbolizan el trabajo de aquellos aruquenses que, en acertada decisión, optaron por su presencia en el lugar; además, cuentan con el apoyo de quienes consideraron su mantenimiento y ahora, seguros estamos, los actuales gobernantes actuarán en consecuencia con la intención de preservar la imaginación y la fantasía del Parque de San Juan, que es una pieza clave en el entramado de la ciudad norteña. Allí, en el parque, ha habido de todo en distintos momentos y tiempos. Y es una inmensa suerte que “los dragones alados” hayan sobrevivido a tanta presión.

 

[Img #8172]

 

Su continuidad está más que asegurada: su talante, modesto y silente, no perturba a nadie; además, mantienen estos seres casi míticos buenas relaciones con la gente y, en las noches negras del invierno norteño, recorren toda la ciudad con el fin de arroparla con sus pequeñas alas y cimbreantes vuelos. “Los dragones alados” tienen mucho que ver con la cercana iglesia, refugio de vencejos en momentos idos, pues su relación, amistosa y cercana, ha producido un efecto beneficioso difícil de cuantificar. Y no son nada agresivos: la calma y la ternura son signos de identidad que orgullosamente muestran y, sobre todo, se sienten enormemente libres: siempre se alejan de toda confusión interesada. Claro que sus “escondidos secretos” están por dilucidar: acaso sea ese su mejor argumento. Y lo que conlleva su fuerte personalidad.

 

En cualquier caso, “los dragones alados” seguirán en su sitio a la espera de que sus vecinos se percaten de su grata presencia. Pero habrá de todo, como en botica. Suele suceder que las cosas buenas tardan en descubrirse: siempre ha sido así. Tiempo al tiempo.

 

Y tengo para mí que “los dragones alados” buscan, sin más pretensiones, el olvido en la huida del tiempo.

 

Juan FERRERA GIL

Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.3

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.