(124). LA BRISA DE LA BAHÍA. 30 de abril: mirada, dibujo y esperanza (*)

Cuando la esperanza tiene fecha, por ejemplo, 30 de abril, viene a significar que la mirada se ha detenido y que el libro aún sigue abierto porque la narración continúa. Y la sonrisa también.

No hay elección: o leemos o leemos. Los colores del dibujo, atrapados en los humildes lápices, salen al encuentro de la vida donde “el dolor amorfinado” (de amor y morfina, ¡vaya combinación!) ocupa su espacio. El cuaderno donde esbozar se asemeja a un libro: se cierra y se abre, y en él se plasma, a modo de palabras, las sugerentes líneas que van adquiriendo la personalidad concreta y específica de quien domina el trazo.

Unas piernas cruzadas se adivinan en la imagen, a modo de atril o caballete, sobre “una sábana hospitalaria” (de hospitalidad y hospital) de color blanco que habla de dos orillas: la del fondo y la del cuaderno, como si fuera el cauce de un río. Que es lo mismo que decir la vida entera.

La paz, el sosiego y la tranquilidad avanzan lentamente. A medida que el dibujo se perfila y se acerca al final, los sonrientes personajes allí retratados son más nítidos, más reales, con formas mejor definidas: incluso la realidad se mueve al compás de dichas figuras.

La vida camina en cada página. Por lo tanto, 30 de abril no es solo una fecha, un día más en el calendario, sino todas las fechas: todos los días químicos que hay que superar para que los días físicos aguanten como es debido.

Mirada, dibujo y esperanza han devenido en palabras sinónimas. Nunca lo hubiésemos imaginado.

Fotos: Mabel Toledo

(*) Escrito el 15 de mayo de 2020