Juan Cruz Ruiz
Juan Cruz. Foto: Asociacion de Periodistas de la Prensa de Santa Cruz de TenerifeJuan Cruz Ruiz tiene alma de novelista, corazón de cuentista y mirada tranquila y pausada, propia de todo buen periodista, capaz de analizar profundamente sin percatarnos siquiera del verdadero valor de sus escogidos análisis, concebidos a conciencia del salitre del mar del norte tinerfeño, donde su inolvidable Puerto de la Cruz, lugar de su nacimiento, sirve de contrapunto no solo a un estado de ánimo situacional sino a la misma realidad.
Es Juan Cruz una persona válida y, como hombre de letras, tiene mucho que decir, que es como si dijéramos escribir. Todavía me pregunto cómo el periódico EL PAÍS renunció a su pluma, con lo que aún le queda por contar. Debe ser cosa de los tiempos de ahora, tan trepadores que se empeñan en jubilar a los buenos escribidores al tiempo que nos quieren imponer a los nuevos. Sin embargo, EDITORIAL PRENSA IBÉRICA, en jugada perfecta, inteligente y sólida, lo ha rescatado “del olvido de la jubilación”: los lectores agradecemos el gesto porque Juan Cruz Ruiz merece un lugar en el periódico en papel, donde nos acercamos cada semana a sus excelentes crónicas. Menos mal que hay gente con sensatez y sabe, por encima de edades y jubilaciones sobrevenidas, dónde se encuentra el auténtico periodismo. Por eso, cada domingo, y, a veces, cada sábado, sus artículos y entrevistas nos devuelven la pachorra isleña, la buena pluma de un escribidor que lo anota todo en agendas que él solo entiende. Y que, con el transcurrir del tiempo, repasa y vuelve a encontrar un detalle olvidado, un recuerdo casi escondido, una sensación no comentada y, sobre todo, una nueva mirada que escudriña la realidad y nos la devuelve, a los desconocidos lectores, en diferentes formatos: todos ellos bajo la visión atenta de la persona a quien todavía le sorprenden las cosas, los hechos, los gestos, las sonrisas y las palabras; palabras que sirven para colocar en el tiempo las costumbres y las formas de ser, donde las distintas maneras de actuar encuentran su preciso acomodo.
Escribir sobre Juan Cruz Ruiz es fácil.
Pero escribir como Juan Cruz Ruiz es imposible.
Por eso agradecemos, profundamente, poder seguir rebuscando en sus seleccionadas palabras al tiempo que descubrimos detalles, filigranas de comportamientos idos y miradas (¡otra vez la dichosa palabra!) que nunca desfallecen: Juan Cruz Ruiz escribe derecho, va al grano y no empantana innecesariamente lo relevante de su artículo, relato o novela. Así que PRENSA IBÉRICA ha demostrado, en estos tiempos vertiginosos y convulsos, tener los pies en el suelo: ha sabido que Juan Cruz todavía tiene mucho, muchísimo, que decir. Y ha sucedido que al redactar estas impresiones han salido de un tirón, sin mayores problemas verbales que encontrar las palabras adecuadas para agradecer siempre siempre que nuestro escritor y periodista no ha perdido ni siquiera un ápice de su excelente escritura.
Y como él dijo una vez: “escribir es como salir al mar”. Por eso su barca, atracada en el Puerto de la Cruz, sigue llena de palabras recogidas en las velas del agradable viento norteño.
“Vale”, que diría Galdós.
































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