Microrrelatos. Misterio

Dado este hallazgo, las autoridades reactivan un proceso de asesinato no resuelto de hace una década.

Juana Moreno Molina Lunes, 10 de Abril de 2023 Tiempo de lectura:

En aquel estanque, ya en desuso y cubierto de hierba, unos niños que jugaban encontraron en una piedra de regular tamaño un cuchillo oxidado de escasas dimensiones atado fuertemente por una camisilla de punto de hombre, negruzca por la acción del agua lodosa. 
 
Dado este hallazgo, las autoridades reactivan un proceso de asesinato no resuelto de hace una década. 
 
Diez años atrás, en la comisaría del pueblo, la muchacha se alisa nerviosa la falda, mientras baja la vista y tartamudea algo con voz apenas audible. Le duele la cabeza y se toca el vendaje que la cubre. Está sentada en una incómoda silla, en una habitación sombría. No sabe por qué está allí. Delante de ella, de pie, una mujer le hace preguntas que apenas acierta a contestar. La mujer viste uniforme y al lado, en una mesa, un hombre, también de uniforme, escribe algo. 
 
No recuerda nada. Quiere irse a su casa. Se siente muy mal y empieza a sollozar. La señora le acaricia el pelo y le ofrece un vaso de agua que bebe a pequeños sorbos.
 
La ayudan a levantarse y la acompañan a otra habitación, donde un señor con bata blanca y una señora, también de blanco, la hacen tender en una camilla, hablándole con voz cariñosa. Sólo quieren saber si aquel hombre que la atacó le hizo daño. Ella accede dócil . Al rato el señor de la bata, mirando a los de uniforme, niega con la cabeza. Le dan un tranquilizante y va relajándose poco a poco. 
 
La vuelven a llevar otra vez a la sala donde aguardan los señores de uniforme. Ella va recordando. Dice cómo se llama pero no sabe su edad ni recuerda dónde vive. Sólo recuerda que estaba yendo para su casa después del trabajo. Las autoridades ya saben que trabaja en una finca de plataneras donde estuvo desflorillando toda la jornada. Se había despedido de Juan José, su amigo, que insistía en acompañarla, yéndose sola ya oscurecida la tarde. 
 
Dolores, así se llama la chica, va recordando y reviviendo con horror aquellos pasos detrás suyo que la atemorizan y las manos que la agarran de repente. Aterrorizada vio la cara de aquel desconocido y su intención de agredirla sexualmente. Ella relata que gritó intentando zafarse y, al conseguirlo, perdió pie y cayó rodando. No recuerda nada más. Cuando despierta, se vio rodeada de gente y, entre ellas, su amigo Juan José, que la sostenía solícito. 
 
Aquel hombre que intentó violarla fue muerto de una cuchillada en el cuello, arma que no aparece por las inmediaciones. La policía afirma que la persona que cometió el homicidio tendría señales de sangre en sus manos, lo que llevaron a descartar a la muchacha. 
 
Dolores sale del hospital abrazada a su madre que la consuela en silencio. Instintivamente rebusca en su bolsillo no sabe qué.
 
Texto e ilustración: Juana Moreno Molina
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