La Semana Santa galdense nos lleva a reflexionar más allá de lo religioso
En la noche del pasado viernes Santo, el cura párroco del recién bautizado Santuario de Santiago Apóstol de Gáldar, mostraba su satisfacción y gratitud por la cantidad de personas que colaboraron de forma desinteresada, sin obviar la implicación de nuestro Ayuntamiento y el buen hacer de la Banda Municipal, que se atrevió a catalogar como la mejor de Canarias, robando la sonrisa a los más jóvenes músicos, lo que deja entrever el orgullo que sienten los componentes del mencionado colectivo. Según Manuel Reyes todo esto hizo que la Semana Santa galdense exhibiera su máximo esplendor tanto en lo litúrgico como en lo artístico.
Pienso que estas dos vertientes, la litúrgica y la artística, van de la mano, sobre todo en Semana Santa, quizás el resto del año lo litúrgico me atrevo a definirlo como un ente independiente que es capaz de impregnarnos de fe, de valores, de crecimiento personal e incluso de refugio espiritual, eso sí, para los que son capaces de hacer partícipe de su día a día la palabra de Dios, como el pan de cada día, que en estos tiempo modernos y de tanta globalización lejos de las doctrinas religiosas, parece que es muy difícil encontrar entre los más jóvenes. A nadie se le esconde que en ocasiones los jóvenes son más partícipes de lo artístico que de lo litúrgico, afirmación esta que tiene sus excepciones, pero que es lo más común, al menos entre mis coetáneos. Sin embargo, una Semana Santa sin la parte artística sería una celebración descafeinada, lejos del fervor, la tradición y el aglutinamiento de fieles en calles, plazas, etc. que aguardan impacientes y con expectación el paso del recorrido procesional, para contemplar la belleza de los pasos que impregnan las calles de la vieja Agáldar de cultura, devoción, tradición y patrimonio.
Decía Reyes Brito algo como; “un pueblo que no celebra sus tradiciones es un pueblo que tiende a desaparecer, a pesar de que la Semana Santa galdense ha pasado por diferentes épocas, lo importante es que se sigue celebrando y el pueblo participa de ella”, palabras estas muy sabias, ya que todo esto no es solo aplicable a la religión si no a cualquier manifestación que dependa de la participación espontánea del pueblo. Proseguía Reyes con un discurso muy concienciador, que a muchos les pudo parecer una perlita, pero no, estas palabras estaban llenas de realidad y de conciencia para el futuro, exponía algo así como; “el cura va y viene, yo hoy estoy aquí, mañana podrá estar otro, la Semana Santa debe continuar celebrándose, ya que es de todos los galdenses, somos nosotros como galdenses los que tenemos que mimarla, celebrarla y conservarla, al margen de quien sea el cura, ya que esto no es mío, es del pueblo”.
Palabras muy alentadoras las pronunciadas por Reyes, además de sabias, aderezadas con responsabilidad, que en este tipo de cuestiones es más que necesario, pero la realidad bajo mi punto de vista es otra muy diferente, en esta ciudad que tanto presumimos de: fiestas, cultura, deporte, sector primario, turismo, costa, medianía, cumbre, patrimonio histórico, cultura indígena, folclore, música, etc. no podemos presumir de participación ciudadana, porque esta es la gran asignatura pendiente, no de los políticos, si no del pueblo, un pueblo que se conforma con lo que ofrece su Ayuntamiento, sin ser participativo en la organización de eventos, en la toma de decisiones mediante el reglamento de participación ciudadana; en estos casi 20 años solo han ido tres mociones ciudadanas al pleno, la mayoría de ellas enfocadas a rencillas personales lejos del interés general. Con este tipo de actitudes no podemos tener unos vecinos concienciados en la participación de cualquier iniciativa, tradición o rasgo diferenciador del municipio, en este caso de Gáldar.
Los diferentes ámbitos que nos identifica como pueblo son la esencia viva de cada uno de nosotros, por ello debemos inmiscuirnos y formar parte activa de las mismas, para que, con total seguridad, podamos salvaguardar lo que las generaciones anteriores nos han legado y para que nosotros podamos legarlas a los que van llegando.
Tenemos el deber de remediar lo que aún tiene remedio, esto no entiende de colores políticos, no entiende de competitividad, no entiende de egos y rencillas personales, solo entiende de compartir, de querer salvaguardar lo que es nuestro y de crear conciencia; esto último muy necesario porque sin que sea una obligación nos hará en cierto modo “responsables” de mimar, conservar, transmitir y participar de cualquier tradición. Pero lo mejor será que lo haremos de forma natural y espontánea, sin obligaciones y compromisos, porque esa conciencia de la que hablo nos enseñará a valorar lo nuestro, pero sobre todo a quererlo y sentirnos orgullosos de nuestra forma de ser.
Esto que expongo aquí no es una utopía, puede ser la realidad de nuestro pueblo si todos lo quisiéramos, debemos recordar que Gáldar pertenece a los que vivimos, presumimos y nos aflora el orgullo de tener nuestras raíces en ella, pero no podemos obviar que tenemos el deber de dejar un lugar mejor que el que encontramos cuando llegamos a la vida, eso va más allá de mejoras arquitectónicas, sanitarias, tecnológicas, educativas, etc., pasa por salvaguardar lo que nos dejaron los que ya no están. Caeríamos en una grave responsabilidad histórica si dejásemos morir lo que durante siglos ha sido forma de ser, esencia cultural y rasgo diferenciador de nuestro pueblo.
Hoy hago mía una frase que leí hace años y decía: “Debemos conservar el pasado para afianzar el futuro”. Amén.
Termino esta exposición formulando una pregunta para reflexionar, ¿Qué estoy dispuesto hacer para dejar una Gáldar mejor?

































Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.32