La presión arterial elevada es un importante factor de riesgo modificable de mortalidad en todo el mundo y conduce a enfermedades cardio y cerebrovasculares y, también, demencia.
Se ha observado que el aumento de la PA provoca cambios a largo plazo en el cerebro y puede provocar un deterioro del rendimiento cognitivo.
La hipertensión arterial constituye uno de los principales motivos de consulta médica en atención primaria. En España, la prevalencia de hipertensión arterial (HTA) en población adulta oscila entre el 33 y el 43%, y aumenta con la edad de tal forma que en mayores de 65 años la presenta 6 de cada 10 personas.
Pero el mayor problema es que a pesar de que el tratamiento farmacológico está financiado, en España (como en otros países occidentales), de todos los pacientes que son controlados por médicos de atención primaria, alrededor de un 60% tiene la presión normalizada, mientras que el otro 40% no la tiene a pesar de recibir medicamentos. Ese es el reto al que nos enfrentamos hoy en día. Porque cuanto peor esté controlada la tensión arterial mayor es el riesgo de daño cerebral.
En un reciente estudio publicado en el European Heart Journal, ha lograron identificar las regiones donde se producen estos daños y cómo suceden estos eventos, gracias a la recopilación de imágenes por resonancia magnética de cerebros, análisis genéticos y datos de observación de miles de pacientes.
En este estudio se detectaron nueve partes del cerebro que estaban relacionados con una presión arterial más alta y una peor función cognitiva. Entre ellas se incluía el putamen, que es una estructura en la base de la parte frontal del cerebro, responsable de regular el movimiento e influir en varios tipos de aprendizaje.
Otra de las áreas afectadas fueron la radiación talámica anterior, la corona radiada anterior y el brazo anterior de la cápsula interna, que son regiones de sustancia blanca que conectan y permiten la señalización entre diferentes partes del cerebro. La radiación talámica anterior está involucrada en funciones ejecutivas, como la planificación de tareas diarias simples y complejas, mientras que las otras dos regiones están involucradas en la toma de decisiones y el manejo de las emociones.
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Los cambios en estas áreas incluyeron disminuciones en el volumen del cerebro y la cantidad de área de superficie en la corteza cerebral, cambios en las conexiones entre diferentes partes del cerebro y cambios en las medidas de la actividad cerebral.
Al observar estas regiones específicas del cerebro, se podría predecir quién desarrollará pérdida de memoria y demencia más rápido en el contexto de la presión arterial alta. Lo que ayudaría a orientar terapias más intensivas para prevenir el desarrollo de deterioro cognitivo en pacientes con mayor riesgo.
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Pedro J. Martín Pérez
Médico de Familia y Comunitaria
Experto Universitario en Nutrición Clínica y Salud Nutricional
































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