
Como es costumbre, cuando comienza la Semana Santa en Arucas con la Procesión de la Burrita el Domingo de Ramos, la calle de “La Cerera” presenta su aspecto más tradicional, donde la magia de las alfombras se verifica en torno a una vecindad que se mantiene viva y saludable y en la que las obras efímeras constituyen el motivo para ver, saludar, sonreír y acordarnos de los que, desgraciadamente, ya no están.
Es la calle de “La Cerera”, en toda su extensión, un remanso de flores, sal y filigranas hechas con el esfuerzo de la vecindad, que cada año se renueva y se mantiene viva. Por eso, la Burrita, en su trayectoria procesional, no solo está encantada de pisar las obras de sus queridos vecinos sino que, además, vive con gran entusiasmo y fe todo el recorrido.
El buen tiempo, el saludo de amigos y familiares, El Rincón de la Jacaranda, enfrente mismo del Cafetín, las sonrisas renovadas y las alegrías mostradas hablan, todos ellos, de cercanía que cada año se repite con la misma fuerza y las mismas ganas. Los guiños de algunas alfombras ante los familiares idos y su empeño en seguir con la tradición es toda una muestra de seriedad y fe en las cosas bien hechas. Alguien nos lo dijo claramente: “hay que seguir adelante, porque si un año fallamos, entonces el siguiente será peor”.
Por eso, los vecinos de “La Cerera” son como son: altruistas, únicos y muy participativos. Gracias a ellos, a todos ellos, las alfombras del Domingo de Ramos, en los días azules, lucen incluso después de haber sido pisadas.
La Semana Santa aruquense ha comenzado.
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