Tejado. Foto: Juan FERRERA GIL“El tejado, el sol que lo acaricia y calienta, la silueta del árbol afincado tiempo ha en el cercano parque, la siempreviva sombra del fondo y la farola que no reina en el día: extraordinario complemento al conjunto, que parece hilvanado con criterio propio y único: el tejado habla de construcción antigua y noble; el sol mañanero parece anunciar que la lluvia no se deslizará en su recurrente camino a la calle; el insinuado árbol nos dice que la vida, una vez más, se ha puesto en marcha y la sombra del fondo anuncia que la luminosidad de la mañana ha venido para quedarse. Otro milagro cotidiano se ha producido, aunque ni siquiera fuimos conscientes de la maravilla encerrada en los días.
En aquellos años, ahora nos damos cuenta, disfrutamos una vida casi perfecta; excepto las frecuentes borracheras que socavaron, como nubarrones viejos que se resisten en su huida hacia la nada, la convivencia. Pero esa es otra historia.”































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