
“En ocasiones, pocas, la verdad, la tienda sale de su entorno y convierte la calle en una improvisada sala de exposición. Sí, ya sé que es una manera de vender. Pero, si superamos ese concepto, podemos descubrir que los cuadros entonces mostrados, como si una ofrenda fuera, no solo detienen al paseante, sino que las pinturas logran captar la mirada distraída. Las historias allí encerradas, en lienzos pequeños y llamativos, representan libros abiertos que invitaban a la lectura. ¿Por qué llamarán tanto la atención? Sencillamente porque la obra del artista no solo muestra inteligencia sino que, al percatarnos de los detalles, es capaz de hacernos ver y comprender que la mirada es un valor.”































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