Como me gustaría arrancarle la cabeza de un tortazo. Mirala ahí. Como si fuera una mosquita muerta. Sí, claro, que no te enteras de nada, ya, ya, pero si tienes una cara que te la pisas. Todas trabajando sin recibir nada a cambio, por puro amor al arte, y ahora eres tú la que plantas ahí como si hubieras organizado algo, como si todo esto hubiera sido idea tuya, con tus labios  pintados y esos pelos de loca… Se acabó. Esto es lo último que hago. Hoy mismo hablo con el resto. Será tu fin.

Debo de estar perfecta si quiero causar buena impresión. ¿Me habré pintado bien los labios? Y el pelo, ¿lo tendré bien recogido? Qué rabia no haber ido antes al servicio. Y todas esas, ahí mirándome, esperando que comience a hablar, quietas como estatuas de cera. Sé que a más de una les gustaría que no estuviera aquí arriba, sobre el escenario. Desde aquí puedo oler el azufre de sus celos. Pues se van a tener que aguantar. No me voy a ir. Todo esto ha sido idea mía, me lo he currado mucho. Además, de todas estas, soy la más esbelta, la que tengo mejor figura y, qué mierda, la más preparada de toda esta panda de salidas. Ninguna de ellas me llega ni a la suela del zapato.

No sé qué carajo hago aquí. Nunca debí dejarme convencer. A mí estos saraos no me gustan. Es muy divertido, ya verás, me dijeron y aquí estoy que no sé ni dónde ponerme. Y ahora la que dice ser la presidenta, se acaba de subir al escenario. Anda qué, mira cómo la observan todas, con esas caras de asesinas en serie. Claro que no me extraña. ¿Cómo va a convencer a nadie de nada con esos pelos de loca? Mejor será que me vaya, antes de que sea más tarde que a mí esto de las reuniones de tuppersex no van a solucionar nada de mi triste vida sexual. La verdad, que no sé cómo me dejé convencer...

Nota de la autora: Este microrrelato está incluido en la obra 'Encapsulados', dentro de la Colección Digital de Microficción Femenina 'Breves y contundentes' (Editora BGR, 2023)

Josefa Molina