Imagen de la Virgen de Candelaria en la villa de Moya“Por Santiago voy a Gáldar
y por el Pino a Teror,
por la Candelaria a Moya
que es la Patrona Mayor”
Que es coplilla grancanaria, está claro; que es anterior a 1914, también. Y también lo es el que, dependiendo de la zona de la isla donde vivieras, Santiago era el de Tunte o el de Gáldar -incluso apareciendo un inicio diferente con un “Por San Juan me voy a Arucas….”- y donde aquí dice Moya, por otros lares nombraban a Ingenio.
Lo que está claro es que fue siempre fiesta tenida por obligatoria, de lucimiento y estreno, y peregrinación con fama y provecho de rogativa, que por algo la Candelaria era tenida por intercesora divina de todos los canarios. Algo que, los avatares políticos, religiosos y sociales (que de todo hubo) a fines del XIX y principios del XX modificaron, mezclando tanto todos estos “avatares” que aún hoy en día, después de pasar más de un siglo, seguimos los habitantes del archipiélago empeñados en dirimir, opinar y, lo que es peor, pleitear sobre ellos; ya que los maestrillos que deben dirimirlas son precisamente los que menos lo hacen: los dirigentes del catolicismo en nuestras islas.
Pero nos gusta seguir metidos en ellos, porque ya se sabe que cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas.
Comenzando el mes de los gatos, mes malo donde los haya para fiestas y algarabías que febrero es época para “dos capas y un sombrero”, las gentes de la isla iban a la Candelaria, la advocación recordatoria de la “Presentación de Jesús en el templo y la Purificación de la Virgen María” narrado por Lucas el Evangelista en el Nuevo Testamento.
Unos se metían isla adentro hasta las tierras de Ingenio y otros acostumbraban subir los verdes barrancos de Moya y, al borde de Azuaje, rezar a la Patrona. Se celebraba a los cuarenta días de la Navidad y cerraba su ciclo festivo.
Hasta el siglo V fue costumbre celebrarlo con luces y presentaba la iconografía de la Virgen con una vela, la candela, que portada en su mano, dio origen y nombre a la advocación. La imagen del Niño Jesús en los templos se vestía con los naguados típicos del bautismo y con el besapiés de la misma culminaba todo lo iniciado en la Nochebuena.
La imagen de la Candelaria de Moya, bellísima, de talla completa, de autor anónimo del siglo XV, por lo que sea restaurado en varias ocasiones hasta la realizada brillantemente hace más de tres décadas por José Paz Vélez.
La Candelaria, aun compartiendo el patronazgo moyense con San Judas Tadeo (excelsa obra del excelso Luján Pérez) se ha visto un tanto apagada por la brillantez de los festejos que el municipio dedica a San Antonio. Todo hay que decirlo, situados cronológicamente en fechas más propias para algarabías, procesiones y verbenas.
Que Moya es tierra antigua en población e historia es sabido, y que desde que el 18 de abril de 1515, el obispo Vázquez de Arce le diera título y prebenda de parroquia no ha hecho otra cosa más que crecer en méritos, en valores y en una hacendosa población que la ha ido transformando en lo que hoy es. Perdimos el umbroso y eminente Bosque de Doramas, pero ganamos a Moya.
Villa antigua y de solera, que tal como afirman los investigadores Suárez Grimón y Quintana Andrés “el presbítero don José Marrero en su libro inédito titulado “El Libro de Moya” atribuye su fundación y la de Moya a un hijo de Hernando Trujillo, natural de Jerez de la Frontera y conquistador de la isla de Tenerife”.
Y también sería este Trujillo quien habría traído la Santa Imagen. Todo queda entre las nieblas de Moya, en ese límite impreciso que a veces nublas la historia y la leyenda, y no es mala cosa que así sea que la certeza de algo mata muchas veces la belleza de la ensoñación.
Y al día siguiente, San Blas, protector contra los males de garganta y resfriados, con sus cordones y sus tradiciones….que “por San Blas bendito, cúrame la garganta y el apetito”.
Unos van a Ingenio, otros a Vegueta, otros a Arucas a buscar los cordones; y en nuestra tierra traen el recuerdo permanente de las Hijas de La Caridad, el de Sor Cándida Suárez que las trajo al solar aruquense, el de Sor Brígida Castelló que aportó la costumbre como un apoyo económico a los niños del internado de San Antonio que los elaboraban, y el de miles de personas que ese día -muchas madres- atan el cordón al cuello o la muñeca de sus hijos para protegerles del mal y la enfermedad. En el fondo, hermosísima tradición. Pese al pestilente olor del hilo de acarreto con el que se hacían, y aún se hacen en muchos lugares, y que nos hacían llevar hasta el Miércoles de Ceniza. En este día se quitaban, se hacían tres nudos en ellos a la vez que se rezaban tres avemarías para quemarlos al final y tirar sus cenizas al viento. También he de decir que tengo el recuerdo extraño y a la vez risible de una madre que contemplé en mi infancia, golpeando la espalda de su hijo (añurgao el pobre por algún caramelo y por la tollina) mientras decía “San Blas, San Blas, que se me ahoga este animal”
Toca este año ir a Valleseco donde el párroco Venerando Novelles Guedes ha decidido mostrar la restauración de la imagen del santo, fruto de la campaña que iniciara hace dos años para “poder restaurar la obra que está en un precario estado de conservación, destacando que el soporte lígneo presenta problemas de estabilidad, empastados, desconsolidación y golpes; la pieza se encuentra cubierta de gruesos estratos de repintes en tonos dispares y alterados, craquelados, desprendimientos, lagunas de polícromía, oxidación y manchas de diversos tipos”
Sigamos pues con estas fiestas de Nuestra Señora de la Candelaria que, como vemos, hunden sus raíces de antiguas usanzas y soleras en más de cinco siglos y sigamos pues yendo a ellas por el patronazgo, por la religión o simplemente por hacer camino de historia y costumbre.
Por ello, hoy Festividad de la Santísima Virgen de Candelaria, vayan mis felicitaciones más entrañables y cariñosas como Cronista Oficial de Teror a todas y todos los que la lleven en su nombre, a los que viven en la hermana villa de Candelaria; en la isla de Tenerife; a los hombres y mujeres de toda la querida y hermana Diócesis Nivariense; a los de las villas grancanarias de Moya e Ingenio, Acusa en Artenara, Tara en Telde, Tías en Lanzarote, La Oliva y Gran Tarajal en Fuerteventura.
"Candorosa Candelaria,
candela de mis fervores
luz que tu luz ilumina
el amor de mis amores"
Cronista Oficial de Teror
José Luis Yánez Rodríguez
































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