
“Húmeda y silente, la luz de otoño ha convertido el secarral en una alfombra verde que acompaña al barranco, filtrado éste por un hilo de agua: un breve riachuelo nacido al socaire de las últimas lluvias.
Lo que en verano suele ser un campo polvoriento, que solo sirve para aparcar, en otoño cambia su semblante para dejar bien claro que la tierra, su tierra, sigue gozando de buena salud: podría aún parir plátanos, como sucediera en otro tiempo, con la lejana ciudad al fondo, que cada vez parece más cerca: las distancias, antes, mantenían su amplitud y su personalidad.
La luz de otoño que ahora disfrutamos es siempre la misma: limpia, serena, cercana y con un ligero toque de humedad que la distingue de otras estaciones. Es lo que tiene el mirar con lentitud intencionada. Pues eso
“Verde, que te quiero verde”
Juan FERRERA GIL






























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