Reloj. Foto: Juan FERRERA GIL
“Nunca supe por qué me eligieron a mí para el mantenimiento del reloj.
Desde que fui asignado, todos me llamaban Miller. Y, a mí, la verdad, no me disgustaba en absoluto. Por supuesto que realizaba otras actividades desde la mesa que me habían señalado. Pero diariamente debía estar ojo avizor porque los jefes ingleses se miraban mucho en el reloj recién importado. Si al principio fui un mozo para todo, que lo fui, con el tiempo comprendí mejor el carácter inglés de mis superiores y creo que pasé a ser imprescindible. O casi. Incluso hasta me invitaban al Real Club Inglés, pero yo, la verdad, nunca asistí. No solo porque me daba miedo sino porque no pertenecía a su clase social ni a su condición. Una cosa era el trato laboral y otra, muy distinta, traspasar la frontera.
Así que siempre alegaba impedimentos familiares de última hora.
Pero, eso sí, todos seguían llamándome Miller”.
Juan FERRERA GIL

































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