
“La vieja ciudad ha regresado de nuevo al volver a contemplar las fotos.
Aquel tiempo, tan lejano como la pandemia, ha tornado al ver en el ordenador las fotografías de unos instantes, de una ciudad y de un río. Tres años después, la ciudad ha vuelto para advertirnos nuevamente de la fugacidad de la vida, de la alegría compartida y del ritmo fluvial que imponen las aguas quietas del Arno. Porque hablar de Florencia es algo así como el cuento de nunca acabar: una agradable historia interminable que bulle en la imaginación y no está dispuesta, la ciudad, a borrar la imagen inicial que es capaz de provocar en el visitante.
Por eso, el ritmo lento del río es una garantía de su grata presencia.
Y tan eterna siempre.”
Juan FERRERA GIL
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