“Desde que descubrí, por auténtica casualidad, Sardina del Norte, ya no pude resistirme a su encanto.
Es verdad que hablo de un tiempo que ya no existe, donde el paisanaje de mi tiempo ha ido desvaneciéndose y confundiéndose con las rocas mojadas, pero, aún hoy, mantiene la playa el embrujo y la magia que entonces me cautivaron: la sensualidad de aquellos años mantiene el sabor salitroso de la existencia. Ahora apenas la visito: los años que acumulo son una losa que, en más ocasiones de las que quisiera, me impiden volver a pisar su arena y evocar el tiempo que allí pasé: mi mujer y mis hijas me devuelven siempre la alegría atrapada en un instante, que vive en la desvencijada caja roja con lunares blancos, imitando un cementerio de imágenes, convertido en ola sin memoria.
Me gusta recordar y si al hacerlo me invade la melancolía combinada con la tristeza me da exactamente lo mismo: ya solo dispongo del presente y del pasado, con o sin nostalgia.”
Juan FERRERA GIL
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