“Yo, Evangelina de las Nieves Hernández Sanjuán, nunca agradeceré lo suficiente a mi primo, cuando fue elegido alcalde de la capital, que se adelantara tanto a su tiempo: desde que peatonalizó la calle y, consecuentemente, la esquina, todos los vecinos vivimos mejor: la hemos recuperado como bien común y como espacio ideal donde relacionarnos. Todavía recuerdo aquellas voces que se levantaron en su contra: imposible, no puede ser: el coche es el rey. Sin embargo, aguantó la embestida y derrotó esa manera de pensar tan asfáltica.
Su actitud, premonitoria, sentó cátedra: la ciudad, para los vecinos y los foráneos, como se decía entonces, que también ansían detener la mirada, como si realmente fueran los dueños del tiempo.
Y, con el paso de los años, hemos entendido mucho mejor el verdadero valor de aquella metáfora.”
Juan FERRERA GIL
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