LA BRISA DE LA BAHÍA (79). Los chubascos de san Juan

Juan FERRERA GIL Lunes, 20 de Junio de 2022 Tiempo de lectura:



La luz de mediados de junio, justo en esos días que hablan de la retirada de la primavera y la inminente llegada del verano, con toda su fuerza, anuncia, tras un cielo bardino de casi permanente panza de burro, que los chubascos de San Juan volverán a caer como las penúltimas notas musicales de la lluvia, partitura siempre tan deseada por su relativa y escasa presencia.



79. Chubascos

Son los chubascos de San Juan no solo la confirmación de las fiestas patronales, sino que, además, revelan que la nueva estación, si el cambio climático lo permite, volverá a decir que “no hará mudanza en su costumbre”. Después de estos dos años de pandemia, en los que nunca ha llovido a gusto de todos, parece que “la nueva normalidad” se va asumiendo y, pronto, nos olvidaremos de los días tristes y encerrados.

Aunque los días grises sean, mayoritariamente, dueños de la tristeza, en su fondo se vislumbra una alegría soterrada que saldrá a la luz cuando la puerta principal de la iglesia se abra de par en par y San Juan vuelva a pisar sus calles. Los chubascos, en su visita anual y obligada, como las Jacarandas en flor del Cruce del Pino, se mezclarán con el calor pegajoso y con la sempiterna y constante búsqueda de la sombra y, en esta nueva oportunidad que nos brinda 2022, ya sin mascarillas, nos devolverán, a la vez, “esas jarujillas” las sonrisas que creíamos casi olvidadas y que se habían plantado, exclusivamente y con fuerza desbocada, en la imaginación. 

¡¡Y cómo aquellas fotografías de antes de la pandemia se volvieron imprescindibles!!

Estos chubascos son nuevas páginas de la historia de la ciudad, que impresa en libro permanente se abre y cierra gracias a la agudeza del ávido lector. Servirán, también, para recordarnos que aquí seguimos y que, a pesar de que la incertidumbre no haya desaparecido del todo, tenemos la suerte de mirar a los que a nuestro lado caminan. Y eso, en estos tiempos raros y convulsos, es una hazaña cotidiana de valor incalculable. 

Así que está bien que los chubascos de San Juan regresen a su sitio y mojen las calles históricas, las mismas que en las fiestas patronales parecen agradablemente atrapadas en escenarios diversos en los que la mirada se define de manera renovada y donde la cercanía regresa para quedarse casi de forma definitiva. Y, sobre todo, esos chubascos nos devolverán, para confirmar, la personalidad olvidada y retraída, así como los intereses únicos de los vecinos. Vecinos que hablan, sienten y luchan porque, acaso, la vida es lo mejor que tenemos. ¡Y no es cuestión de despreciarla!

Y en ello seguimos empeñados: disfrutando, al mismo tiempo, de la panza de burro y de los chubascos de San Juan!!

¡¡El triunfo de la cotidianidad!!

Juan FERRERA GIL


 


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