A vueltas con el "municipalismo"
Hoy, cuando la legislatura tiende a agotarse, y nos encaminamos hacia un nuevo proceso electoral en mayo de 2023, me gustaría reflexionar sobre el término «municipalismo». Concretamente, sobre el significado de este y el uso no tan correcto, o no tan afortunado, que se hace del mismo en determinados casos y circunstancias, desde los distintos ámbitos políticos.
El «municipalismo», académicamente, se define como la «expresión de la realidad municipal» o la «doctrina que estudia la realidad municipal». Hago referencia, a ambas definiciones, para describir en qué contextos de la gestión política se encuentran cada una de ellas. La primera, se sitúa en la órbita de las verdaderas políticas activas de desarrollo de actuaciones públicas y de atención a los ciudadanos, es decir, en el trato directo de los cargos políticos y los ciudadanos. La segunda, tiene su justificación en el uso de esta bajo los criterios de la teoría política, es decir, la del mensaje doctrinal. Y es, en este último caso, donde quiero hacer hincapié en el uso de esta expresión, pues, en muchas ocasiones, desde las altas esferas políticas se abusa de este término con argumentos retóricos y propagandistas, sobre todo ante el nuevo período de precampaña que se abre hasta que se celebren las próximas votaciones.
Podemos encontrar el uso de esta expresión en mensajes políticos de toda índole, ya sean en materia económica, fiscal, o para justificar inversiones generales, ayudas, y un largo etc., en las que su uso, si bien es vacío, protege mucho y, supuestamente, carga de razón a quien lo usa. El empleo del término no debe ser sin sentido, ya que se ha convertido, ante la desorientación generalizada existente, en una especie de amuleto al que se recurre en el momento de rendir cuentas ante los ciudadanos.
Hay que darle el valor y la importancia que le corresponde al «municipalismo» en el modelo de gestión pública, porque es, en este ámbito, donde la política se ejerce a pie de calle, y en donde los vecinos comparten la cercanía de quienes tienen en sus manos la facultad de mejorar su calidad de vida. Hecho, que adquiere aún más peso en aquellos territorios de mediano o pequeño tamaño territorial, en los que como político, la realidad se tiene que enfrentar de cara con los ciudadanos.
El entorno de los altos cargos públicos de los gobiernos debe ser conscientes de la visión real de los problemas de la vida cotidiana de las personas. No vale repetir por inercia cuando ya se conoce la frustración ciudadana en la política. La clave del mensaje político no está en el «cómo» y «qué» hacemos, sino en el «por qué» de nuestras convicciones para actuar y dar respuesta a las necesidades de la población, es decir, en «para qué» lo hacemos. Tiene su fundamento este razonamiento en que, si la respuesta a la actividad política estuviera en el «cómo» y «qué» hacemos, no debería tener sentido que, de un tiempo a esta parte, triunfen iniciativas políticas independientes y alternativas a los partidos tradicionales, salvo que las personas ya no se sientan escuchadas.
Por eso, los partidos políticos, grandes o pequeños, donde se refleja el sentir de sus votantes, deben reflexionar y dar pasos más allá, como hemos dicho, del «qué» y «cómo» de su gestión, y apostar por el «por qué» y «para qué» de sus actuaciones. Toda gran construcción pasa por tener unos cimientos sólidos y fuertes que la sustente. Por tanto, hay que entender que el «municipalismo» constituye el cimiento sobre el que se sustenta la verdadera política de servicio público y la que apoya al ciudadano de a pie. Contar con un «municipalismo» fuerte, consistente y arraigado en la colectividad de un determinado territorio con proyectos reales de futuro, supone una garantía de éxito a largo plazo en la gestión pública.
El «municipalismo» hay que sentirlo y vivirlo, pero también necesita de innovación. Tiene sinsabores en la tramitación diaria, sobre todo, cuando faltan recursos. Sin embargo, como contrapartida, tiene muchas satisfacciones y las mayores recompensas cuando se llega a la finalidad por la que se crea que no es otra que solucionar los problemas de la gente con una gestión pública eficaz y responsable, en la que, por encima de todo, hay que poner el foco en la prestación de los servicios públicos necesarios para tus vecinos, por encima de las inversiones injustificadas.
José Manuel Santana González

































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