Escuchar a Antonio Cerpa no es cualquier cosa. De su contrastada personalidad, de la que sobresale una mirada exhaustiva y tremendamente creativa, podemos señalar que nos parece un volcán en constante ebullición donde las palabras vuelan y vuelan hasta llegar al sitio preciso. Porque si algo tiene claro Antonio Cerpa es que los pies los tiene muy bien fijados al suelo que pisa y su realidad para nada resulta distorsionada. En las siguientes respuestas lo podemos verificar.
PREGUNTA: ¿Cómo es que le dio por la pintura?
RESPUESTA: ¿Cómo me dio por vivir y aparecer en este enigmático planeta? La verdad es que no lo sé. De lo único que soy consciente es de mis recuerdos infantiles a la hora de dibujar y de pintar, el intuir que aquello era importante y que valía la pena hacerlo aparte de que me lo pasaba muy bien dibujando, sin importarme si lo que hacía era correcto. Con la pintura era libre, llenaba mi tiempo y no me comparaba con nadie. Estaba felizmente solo, intentando conocerme a través de lo que era capaz de dibujar y luego vinieron las ganas de mejorar, de admirar a otros y aprender de ellos, de adquirir técnicas que me sirvieran para poder expresarme mejor a través de la pintura, del dibujo. Era como un crecimiento que nada tenía que ver ni con los colores, ni con las líneas, ni con las manchas. Tenía más que ver conmigo, con la comunicación, con transmitir, con sentirme acompañado de las sensaciones de otros a través de mi propia soledad, porque los actos de creatividad personal poco tienen que ver con los grupos, pero sí le deben el acto final de ser recibidos.
P: ¿Cómo definiría su pintura?
R: Decía Picasso que “todos los autorretratos se pintan con colores rosas”, ese ejercicio de ego y vanidad de mirarse con ojos de pescado frito. Es complicado definirse uno mismo. El momento y los ánimos, la idea del mundo, el nivel de amor propio y el filtro de lo que podamos dejar pasar sobre la visión que otros tiene de nosotros…definir mi pintura es para mí tan complicado como la subjetividad de definirme a mí mismo. Si nos quedáramos en lo superficial, en la piel de los pigmentos, la cosa se vuelve más fácil y menos comprometida. Bastaría decir aquello de “soy un pintor realista, de temas sencillos que le da prioridad a la figura humana y al romanticismo de los recuerdos y el indigenismo…” Pero lo cierto es que me siento en constante evolución e involución, como presiento que pueda ser la vida de cada uno. Ese constante viaje de subidas y bajadas, así podría definir mi pintura: mi compañera de viaje en esta montaña rusa, o si quieres, una de mis compañías favoritas cuando le da por tratarme bien.
P: ¿La caricatura es una variante de su modo de expresión?
R: Podríamos decir que sí. En ella encuentro un remanso más de libertad; se basa en la habilidad de dibujar, en el humor y en algunos casos la crítica (en ambas hay que afilar las armas de la inteligencia), ese reto de afrontar la cara de un personaje basándonos en la distorsión y la sicología. Me encanta hacer viñetas de crítica política o afrontar a personajes anónimos, gente de calle que no he visto en mi vida y de los cuales nada sé y se sientan delante de mi tablero de dibujo en un intento de enfrentar su ego ante la crítica del lápiz de un desconocido. Son experiencias divertidas, aunque he de confesar que para mí no todo el mundo “tiene una caricatura”. El dibujo humorístico o critico de alguien depende mucho de lo que uno pueda captar en un momento determinado, y eso, para mí, va aún más lejos que la interpretación distorsionada de unos rasgos.
P: ¿Cómo lleva las exposiciones que realiza? ¿Son interesantes? ¿Con cuánta frecuencia las realiza?
R: He pertenecido a diversos grupos plásticos, en ellos la frecuencia de exposición era más alta que la que me puedo permitir ahora. El hecho de preparar una exposición individual conlleva mucho esfuerzo y compromiso, por eso mis individuales se espacian más en el tiempo… ¿que si son interesantes? Bueno, eso corresponde al espectador o al receptor, al público general decir hasta qué punto le puede llegar ese mensaje o simplemente si degustó la plástica pura y dura. De todas formas, la vida es muy corta para perder el tiempo en algo que uno no valore como interesante ni para sí mismo.
P: ¿Qué ve cuando se encuentra en el proceso de creación?
R: Otra vez Picasso, que aparte de ser un creador muy prolífico, fue un eficaz teórico que dejó unas sabrosas frases para hacer reflexionar en momentos como estos: “¿la inspiración? A mí que me pille trabajando?” ¿Qué veo en el proceso creativo? Bueno, quizás tendría que decir en mi caso qué siento…qué pienso…qué quiero decir…cómo lo veo…cómo lo puedo pintar…qué puedo conseguir hacer al final con todo esto. Y todo ello, en este orden, y como aglutinante, el trabajo delante del caballete, del tablero, de la mesa de dibujo, en definitiva: horas de trabajo, que me acercan o alejan al sentimiento o a la idea primigenia. Y otra fase del endemoniado Picasso: “yo no busco, encuentro”…Yo simplemente me conformo con no perderme por el camino.
P: ¿Considera que la pintura es un método eficaz de expresión?
R: Es curioso que la vista, siendo el órgano rey con el que percibimos nuestro entorno, y que tan desarrollado tenemos y que tanto ha hecho por nuestra supervivencia en la piel de este planeta, sea tan mal utilizada. En definitiva, miramos pero no sabemos ver y nuestra cultura visual es realmente limitada. Hemos preferido desarrollar nuestras cuerdas vocales y trasmitir nuestras ideas a través de sonidos en lenguajes complejos que intentan reflejar nuestros pensamientos- Con lo que aquello de que “una imagen vale más que mil palabras”, tiene su punto de discusión. Yo, particularmente, considero la pintura como una buena herramienta de expresión, quizás deberíamos culturizarnos (o “picturizarnos”) algo más para que esa herramienta sea eficaz en la comunicación llevada más allá de la simple imagen de consumo o publicitaria.
P: ¿A quién dirige su mirada?
R: Puede sonar pedantemente narcisista, pero juro que no es así: dirijo la mirada hacia mí mismo, hacia esa infinita búsqueda del interior, ese viaje sin fin hacia la nada que te vuelve humilde para contemplar a los demás con los ojos de la grandeza. Mi mirada va hacia el ser humano, a sus límites, a la miseria de su historia. Quizás por eso se me hacen tan aburridos los bodegones, los paisajes, las marinas, esas miradas que, respetándolas, pocas veces comparto y que solo si su calidad plástica es merecedora de mi atención (como los paisajes de Monet o Van Gogh entre tantos) me hacen vibrar. A veces no es lo que se pinta sino cómo lo pintas. La mirada se diversifica, cada etapa de la vida, de la pintura, tiene su propio puno de vista.
P: ¿Cómo ha llevado este tiempo de pandemia? ¿Ha servido para que la creatividad se dispare?
R: La pandemia ha marcado una introspección colectiva que de bien poco, o nada, ha servido. El buen ron envejece, mejora entre las paredes de una barrica de roble; el agua, en esa misma barrica solo se pudre con el tiempo y da la sensación de que eso ha pasado con la mayoría de nuestros ciudadanos: agua putrefacta en muchos casos. Aquello que se vendió con la mejora de una humanidad, después de un encierro obligatorio, ha quedado en tiempos pasados. La obligación de estar encerrados no disparó en mí la creatividad, no es mi método de trabajo. Yo, particularmente, funciono de otra manera y no necesito de cárceles de cemento ni de angustias de mortandad para “crear”. Si tenemos que hablar de inspiración, o de motivos de paz que me hagan crear o soñar, prefiero un paseo por el barranco o una profunda bocanada de aire con olor a salitre.
P: También le ha dado por escribir. ¿Cómo es que llega a esta situación?
R: Escribir no es nuevo en mí, siempre lo he hecho. Mi formación como “dibujero” empieza de muy joven dibujando de manera aficionada para fanzines de comics en los gloriosos 80. Ya en aquella época me hacía mis propios guiones y los de muchos otros dibujantes. Luego vendrían articulillos de opinión y crítica, las novelas y, por último, la poesía, campo este último en el que he recalado en estos años y al cual siempre tuve mucho respeto
P: ¿Qué ha publicado y cuál es el interés último?
R: He publicado comics, catálogos de arte y educativos, artículos de arte y opinión, la novela “Un largo adiós”, y en diversas antologías de poesía nacionales e internacionales. En la recámara de las balas me quedan un par de novelas y otro tanto de comics largos.
P: ¿Acaso la pintura, y el dibujo, ha quedado limitada y por eso necesita entrar en el mundo de las palabras?
R: Cada medio de expresión tiene sus propias virtudes y sus propias limitaciones. No entro en el mundo de las palabras por creer que rompo los límites de la pintura, son campos distintos con un mismo fin: comunicar, expresar hacer sentir o pensar. Si quiero contar la historia de Juan y Laura en búsqueda de la felicidad, voy y escribo una novela; si quiero expresar mi repulsa sobre la guerra, voy y escribo un poema; si me mueve la belleza de un cuerpo desnudo, voy y lo pinto; si me atrapa una persona característica, voy y le hago una caricatura…Voy, así de simple.
P: ¿En qué anda metido ahora? ¿Qué proyectos le esperan? ¿O no se pueden decir?
R: Decía mi abuelita: “no me lo digas… ¡hazlo!” Y en ello estoy. Un creativo es un hacedor y no un parlanchín (aunque yo no sé lo que tendré de creativo, pero los que me conocen bien saben que hablo hasta por los codos, cosa de familia, creo yo). Ya mencioné anteriormente que en la recámara tengo un par de novelas: una completamente terminada ambientada en el París de la bohemia de principios del siglo XX y que su publicación se está postergando más de lo deseado; y otra que me está costando sudores, ambientada en la posguerra civil española y que aún vive más de la mitad en mi cabeza; la publicación de un par de comics: uno de ellos ya terminado y otro a medio hacer, y el deseo de empezar con un proyecto pictórico distinto de lo que he hecho hasta ahora y algunas incursiones poéticas.
P: ¿Cómo ve el panorama cultural isleño?
R: Muy descuidado y con propuestas de baja calidad y muy trilladas, aunque esto no es nada nuevo; un mal que se ha ido prolongando durante mucho tiempo y que hunde sus raíces desde la educación primaria, pasado por una esforzada dejadez de promoción de nuestros “representantes políticos”. Mucho de qué hablar de este tema con fuertes tintes de pesimismo, pero baste con decir, desde la amabilidad, que “nuestro panorama cultural puede ser mejorable”…simplemente para que la cosa no suene tan agria. Lo cierto es que el techo cultural isleño se podría elevar mucho más, pero la falta de cultura no se remedia desde la incultura misma.
P: Añada, por último, lo que desee.
R: ¿Puedo pedir paz, salud e inteligencia para los habitantes de este planeta?
Agradecemos al artista Antonio Cerpa su entusiasmo y generosidad para con Infonortedigital.com
Muchas gracias!!!
Juan FERRERA GIL
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