¿Por qué molestan nuestras tetas?
Desde pequeña vi a mi padre con sus tetas al aire y no había problema. Lo veía en la playa o en casa cuando hacía calor y tenía el torso desnudo, y no había ningún problema y menos escándalo.
Las tetas de mi madre eran otra cosa. No me acuerdo de ellas cuando me alimentaba y no tengo recuerdo de ellas al aire paseando por casa como si veía a mi padre.
Las hermosas tetas de mi madre las descubrí mucho más tarde, hace pocos años, y por una caída que tuvo que recurrir de la ayuda de sus hijas para bañarse, y qué lindas que son, como las mías, como las de todas las mujeres.
Y qué cosa, las tetas femeninas son pecado, están prohibidas a la vista, porque no son tetas de mujeres, como son las de los hombres, son tetas de madre, y ya sabemos que la madre es el gran dogma del machismo.
Ese dogma que criminaliza a la mujer, que la invisibiliza como ser humano, y que solo la convierte en madre, abnegada hacia sus hijos, sin derecho a nada, solo a ser la madre que se sacrifica.
El hombre es padre pero sigue siendo hombre. La mujer es madre y ya deja de ser mujer, solo es madre y como tal tiene que comportarse. Solo madre.
Y las tetas que alimentan son un pecado, no se pueden mostrar. Las mujeres no podemos ir por la calle mostrándolas como sí hacen los hombres.
Nuestro cuerpo es un pecado, y así nos han educado. Tanto que hasta yo siento pudor, vergüenza de mis tetas. Y lo siento así porque soy un ejemplo de la educación machista en la que me he criado y en la que he crecido. Una educación que gracias a la lucha y ejemplo de muchas mujeres, combato desde mi juventud, y con más fuerza en mi madurez.
Por eso, señor Ramón González, que a las feministas nos llama reaccionarias, que estamos equivocadas, manipuladas, etc, cuando vaya a la playa, tápese sus tetas, que así, igual, nos podrá dar consejos.
Sus tetas no molestan, las mías molestan y son pecado. Y después de casi dos siglos de lucha, está claro que usted sigue en el machismo, y muchas mujeres, entre otras, yo, seguimos luchando por una sociedad igualitaria, en la que está claro, que usted no está. Sobran machistas, y hace falta más feministas, mujeres y hombres.
María Josefa Monzón García
































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