Diferentes pero iguales
Para crear una nueva vida, un nuevo ser, son tan necesarios, y trascendentes, los óvulos como los espermatozoides. Es preciso que, para procrear, mujer y hombre se junten, y tanta importancia tiene el uno como la otra. Aunque diferentes por su constitución, son igual de importantes para conseguir el objetivo que persiguen.
Es una pena que no sea así para todo. No es justa ni razonable esta sociedad tan machista donde la mujer es, en muchos casos, casi un cero a la izquierda. Produce tristeza pensar que hay un montón de mujeres en este mundo nuestro, cruel para muchos, cuyas vidas están supeditadas a las de los hombres, ya sean sus padres, sus maridos o sus novios. No son mujeres libres. No pueden, por desgracia para ellas, decidir qué hacer con sus vidas.
¡Qué putada!
Una de las primeras feministas españolas, la escritora Emilia Pardo Bazán, dijo hace bastante tiempo que “la educación de la mujer no puede llamarse tal educación, sino doma, pues propone por fin la obediencia, la pasividad y la sumisión”.
Otra escritora, una joven poetisa indo-canadiense, llamada Rupi Kaur, habla de la plenitud de la mujer y se dirige al hombre con estos versos:
“No quiero tenerte para completar las partes vacías de mí misma.
Quiero estar completa yo sola.
Quiero estar tan completa que pudiera iluminar una ciudad entera
y luego quiero tenerte
porque los dos combinados le podríamos prender fuego”.
Un poco exagerada tal vez la joven Rupi Kaur, pero me gusta la imagen de una ciudad entera ardiendo de pasión. Me parece estar viendo las chispas de ese combinado tan explosivo.
Entre tales destellos también creo ver la expresión del rostro de la escritora que mira a su amante encantada porque percibe que él es un hombre cabal y sensible que no se siente superior a ella en ningún sentido.
Ambos saben que son diferentes porque él es un hombre y ella una mujer, pero también reconocen que, como personas, son completamente iguales y tienen los mismos derechos sociales.
Qué maravilla sería que todos los hombres y todas las mujeres que habitan este planeta tuviesen las mismas convicciones. Otro gallo nos cantaría.

































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