El pijama
Llegó en la noche de Reyes, un paquete envuelto en unos papeles de colores, irrumpió dentro de la casa, atravesó la puerta y quedo detrás de ella. Llegando el amanecer, la mamá dio un grito que retumbó en toda la casa “Venid han llegado los Reyes “ El niño despertó sobresaltado y replico- ! llegaron los Reyes ¡ - y salió corriendo hacia la entrada, allí estaban sus padres asombrados mirando los paquetes, y gritando -! Se acordaron de nosotros ¡ y venían adjudicados con sus respectivos nombres. El corazón del niño palpitaba, los ojos le brillaban, los pies se movían, las manos revoloteaban y abría las bolsas en un frenesí rítmico que unía la mente y el cuerpo, cuya sensación aún le perdura en el tiempo.
Desesperado, abrió la bolsa que llevaba su nombre y apareció un PIJAMA DE LUNARES , rebuscó más profundamente, pero los Reyes se habían olvidado de que en su carta pedía un fuerte como los del Oeste, con caballos, soldados e indios.- La mamá, le dijo: seguramente este año no lo han fabricado, pero el que viene lo traerán. Pero mamá .- “Yo duermo siempre con camiseta “- Bueno no importa con esto vas a estar más cómodo porque los Reyes son sabios y siempre saben lo que nos conviene.-
El niño no entendía a los Reyes porque él se había portado bien todo el año. Al día siguiente continuó jugando con un fuerte rudimentario que había construido con barro y esculpido caballos, soldados….. y pensando que el año que viene no se olvidarían y se lo traerían.- Por la noche, se puso el pijama de lunares, era suave parecía que le acariciaba y quedó profundamente dormido y al despertase comprendió que su mamá tenia razón, había tenido una noche mágica.- Ellos sabían lo que le convenía.
Desde ese día siempre dormía con su pijama, y si alguna vez no lo hacia tenia pesadillas, porque desde que llegó en la noche de Reyes, sus sueños eran felices y se hacían realidad. Los niños eran buenos, los maestros amables y en su mundo no existía la maldad. Fue creciendo dentro del pijama y éste acortándose y desapareciendo los lunares.
El pijama era su como su segunda piel y cuando pasaban los años y él ganaba en experiencia, éste se acortaba y disminuía el número de lunares. Ya no tiene color, pero nunca olvidará ese pijama de lunares y los consejos de su mamá de que los Reyes Magos eran sabios y no se equivocan.
Andrés Bolaños Jiménez































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