El cáncer sigue constituyendo una de las principales causas de morbi-mortalidad del mundo. Y España y Canarias no son una excepción. A falta de conocer los motivos de defunción en el año 2021, el cáncer fue la segunda causa de muerte en el año 2020 tras las enfermedades del sistema circulatorio (22,2% sobre el total de defunciones), según datos del Instituto Nacional de Estadísticas.
De forma general, la mortalidad por cáncer en España ha experimentado un descenso progresivo en las últimas décadas. Estas tendencias reflejan las mejoras en la supervivencia de los pacientes con tumores debido a las actividades preventivas, las campañas de diagnóstico precoz, los avances terapéuticos y, en varones, a la disminución de la prevalencia del tabaquismo.
Pero la percepción que tenemos muchos profesionales y que se corrobora en la práctica clínica (a la espera de datos oficiales), y como ya comenta el presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica, es que la actividad para diagnosticar nuevos casos se ha reducido, "la emergencia de la COVID-19 se comporta como un agujero negro que absorbe recursos humanos, terapéuticos, tecnológicos y técnicos".
Lo que provoca retrasos en las pruebas diagnósticas, en las cirugías y en los tratamientos provocados por los colapsos en los hospitales y en los centros de salud. Todo ello afecta directamente a la población con esta enfermedad, el manejo de los tumores, la supervivencia, el bienestar psicológico y a la calidad de vida del paciente.
Como señaló la Dra. Isabel Echavarria Díaz-Guardamino, secretaria científica de la Sociedad Española de Oncología Médica, "aunque todavía faltan datos oficiales sobre el impacto de la COVID-19 en los nuevos diagnósticos, se estima que el descenso durante la primera ola podría situarse en alrededor de un 20%. Estos pacientes tardarán más en ser diagnosticados y, por tanto, se hará en estadios más avanzados”. Ya estamos en la sexta ola, lo que se prevé que el porcentaje habrá aumentado.
Pero a parte de esta influencia del COVID-19 no debemos olvidar la labor de prevención. Según la Organización Mundial de la Salud, un tercio de las muertes por cáncer son debidas a los cinco factores de riesgo evitables, el principal y más conocido es el tabaco (responsable de hasta un 33% de los tumores, y de hasta un 22% de las muertes por cáncer), las infecciones, el consumo de alcohol, el sedentarismo y las dietas inadecuadas.
Al respecto de la alimentación cabe destacar que siguen corriendo muchos bulos y mitos (más info en https://www.nutrition-healthytips.com/) sobre el uso de determinados alimentos y su “milagroso” poder para prevenir o curar el cáncer, y la comunidad científica debemos seguir luchando contra estos bulos y mitos a través de estudios científicos, para que la población no sea engañada.
Por último, recordar, el informe 'Impacto económico y social del Cáncer en España', realizado por la consultora Oliver Wyman para la AECC, con datos de 2018, de los 19.300 millones de euros que cuesta el cáncer a España, el 45 por ciento lo asumen las familias, situándose el 40 por ciento de la incidencia en la población en edad laboral. Además, se estima que en todo el proceso oncológico una familia se gasta en torno a los 90.000 euros.
Esperemos que los cambios en la medicina en los próximos años, y también en la telesalud, nos permita acercarnos a la creciente demanda sanitaria para un sistema mermado de recursos humanos. Y de esta forma facilitar el intercambio de información y la relación médico-paciente.
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