Mucha polémica ha suscitado la aprobación por parte del Ministerio de Consumo de la publicidad de alimentos poco saludables dirigidos a los niños.
El Ministerio se basa para hacer esto en el Informe Aladino 2019 -relativo a niños y niñas de entre 6 y 9 años- que refleja que un 40,6% tiene exceso de peso, “una de las más altas del mundo", de los que el 23,3% está en niveles de sobrepeso y el 17,3% sufre obesidad.
Pero este tema tampoco es nuevo….
Desde 2005, y posteriormente con una ampliación en el 2012, en España se aplica el Código PAOS como un código de corregulación que permite reducir la presión de venta sobre población infantil y mejorar la calidad y contenido de todo tipo de anuncios de alimentos y bebidas dirigidos a menores.
El Código PAOS establece un conjunto de reglas éticas que guían a las compañías adheridas en el desarrollo, ejecución y difusión de sus mensajes de publicidad de alimentos y bebidas dirigidos a menores para evitar una excesiva presión publicitaria sobre ellos.
El Código PAOS del 2005 se reforzó en el 2009 mediante un acuerdo de colaboración con los operadores de televisión.
Con este Acuerdo las televisiones se comprometieron a exigir que los anuncios de alimentos y bebidas dirigidos a menores de 12 años, o que se emitan en las franjas de protección reforzada de la infancia, cumplan con las normas establecidas en el Código PAOS. Así se aseguraba que la publicidad en televisión dirigida a niños y emitida en España, era respetuosa con los menores.
Pero si nos fijamos en el estudio publicado en 2019 de la OCU (Organización de Consumidores) en colaboración con la Escuela Nacional de Salud del Instituto de Salud Carlos III, hay un dato concluyente: al 58% de los productos anunciados les correspondía una valoración D o E en la clasificación de Nutriscore, es decir, más de la mitad de los productos anunciados eran no saludables. Y ello, a pesar de la existencia del Código PAOS, al que todos los agentes implicados se habían comprometido a respetar.
Y hay que tener en cuenta que "los niños son muy vulnerables a la publicidad".
El marketing condiciona las preferencias alimentarias de los menores debido a tres factores clave:
Los niños, especialmente los más jóvenes, no suelen tener recursos económicos para la compra habitual de alimentos, sino que este hábito depende de los padres.
A la hora de elegir los productos alimentarios, los menores rara vez consideran si estos son saludables o no cuentan con los criterios suficientes como para distinguirlos.
Los más jóvenes son especialmente vulnerables, en comparación con los adultos, a los efectos de la publicidad y es más fácil modificar en ellos sus preferencias de consumo gracias al marketing.
Las acciones publicitarias buscan "que sean los niños los que insistan a sus padres y les convenzan para comprar estos productos, una técnica de marketing bien conocida y estudiada llamada "nag factor" o "factor de fastidio".
Son numerosos los estudios científicos que han analizado la influencia del marketing de alimentos y bebidas insanos sobre el público infantil. La Organización de la Salud recoge en su página web parte de la investigación de más calidad en este campo
Los recursos utilizados por la industria alimentaria para fomentar el consumo de sus productos por parte de los niños son variados y se aplican en diferentes lugares.
En el etiquetado, por ejemplo, se emplean colores y letras coloridos y llamativos, mascotas, personajes animados famosos o juegos recortables.
Es frecuente que los productos incluyan en su interior juguetes, cromos u otros artículos coleccionables que favorecen la continuidad de su compra.
El posicionamiento de estos artículos en las estanterías más bajas del supermercado es otra estrategia para aumentar su visibilidad entre los más pequeños.
Los anuncios de TV a menudo recurren a dibujos animados (cuando el objetivo son los niños) o a grupos de jóvenes (cuando se dirigen a adolescentes) realizando actividades populares y consumiendo estos productos para darles un estatus de "deseables".
Como vemos la Autorregulación de la Publicidad de Alimentos Dirigida a Menores (PAOS), que "está gestionado por las propias empresas alimentarias", ya que no consigue regular el perfil nutricional de los productos anunciados ni la frecuencia de exposición.
El Ministerio de Consumo opta por fijar como criterio de medición los perfiles nutricionales establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así, la normativa afectará a cinco categorías de productos que no podrán hacer publicidad a menores independientemente del contenido de nutrientes.
La primera categoría es la de productos de confitería de chocolate y azúcar, barritas energéticas y coberturas dulces y postres. Le sigue el grupo de alimentos que incluye pasteles, galletas dulces y demás productos de pastelería.
Tampoco se podrán anunciar otras tres categorías que conforman los zumos, las bebidas energéticas y los helados. Para el resto de categorías de productos se establece un límite de contenido en nutrientes por cada 100 gramos.
En este caso, se podrán anunciar siempre y cuando las grasas totales y saturadas, el azúcar total y añadido y los niveles de sal se mantengan por debajo de los límites establecidos cada producto.
Pero también hay que tener en cuenta que la publicidad no es la única causa de la obesidad. Hay causas sociodemográficas, socioeconómicas, ambientales y psicológicas, e incluso en algunos casos genética. Aunque sin lugar a dudas el estilo de vida (como hacer muy poca actividad y consumir alimentos y bebidas con muchas calorías) es el principal factor en una gran cantidad de casos.
No solo se trata de limitar la publicidad, también hay que brindar formación y despertar el interés de los niños y niñas, pero ¡¡¡también de los adultos!!!, en la prevención y control de la misma.
Recordemos que en España, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AECOSAN), lanzó en 2005 la Estrategia NAOS (Estrategia para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad), una estrategia de salud para promover una alimentación saludable y la práctica de la actividad física, para invertir la tendencia de la prevalencia de la obesidad, mediante el desarrollo de acciones o intervenciones, en base a la evidencia científica en todos los ámbitos y con todos los sectores (públicos y privados) de la sociedad.


































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