Homo erectus

Opinion

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Según su madre, tiene la misma imaginación que su padre, el cual se encontró una vez una llamativa raíz que parecía un bulbo con dos filamentos retorcidos y él, con un par de retoques de nada, creó un sugestivo fauno que sorprendió a propios y extraños.

Años después su hijo, mi amigo Antonio Juan, hizo algo parecido cuando, paseando apaciblemente por un barranco, se encontró un tronco de árbol tan impresionante que lo sedujo de inmediato y encendió esa vena imaginativa tan peculiar que lo caracteriza, que yo creo que ha heredado tanto de su padre como de su madre.

Sin pensarlo, cogió el tronco y, para hacer resaltar su color marrón, lo puso de rodillas sobre una roca blanquecina del barranco, …

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… le encajó una piedra redonda y oscura entre los hombros, una cabeza en toda regla, y le añadió un pene bastante resultón.

Luego, mirando para sus acompañantes, que venían sudando barranco abajo, desplegando ese aire simpático que hace reír a los demás, dijo: “He aquí al homo erectus”.

Texto: Quico Espino
Escultura y fotografías: Antonio Juan Valencia Moreno

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