En defensa de la alegría 

Opinion

landinEn un día cualquiera las noticias que nos llegan a través de los medios de comunicación y redes sociales son generalmente desoladoras, tristes, dramáticas. Nos provocan sensaciones que van desde la inquietud a la incertidumbre pasando por el dolor y la angustia. A veces la saturación de tanta negatividad nos lleva a la indiferencia. Pareciera que la tristeza, el drama, la tragedia, la exageración, el acabose son un buen negocio. Sin embargo, la alegría, la sonrisa cómplice, la risa y el humor no parecen cotizar en este mundo de la posverdad que distorsiona deliberadamente la realidad y manipula, como bien dice el Diccionario de la lengua española, creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. bersongLos maestros de la posverdad son gente sin humor, enfadados y llenos de ira contra la humanidad. Pero ni en la literatura ni en la vida se puede vivir sin humor. Caballero Bonald afirmaba que una literatura sin humor se convierte en un sermón. Los isleños siempre lo han sabido y así nuestro humor en forma de socarronería es una forma inteligente de espantar el resentimiento como diariamente nos lo demuestra Morgan en este periódico. El humor siempre es un calmante para mitigar el desencanto y el derrotismo. Dicen que es más fácil llorar que hacer reír y hasta en nuestro idioma tenemos acuñada una frase a modo de refrán: "Quien bien te quiere te hará llorar". Muchos interpretan esta sentencia como la necesidad de recelar de quien venga con buenas intenciones porque en la amistad y en el amor tiene que haber algo de sufrimiento. Así, mi vecina le recuerda a su nieta que desconfíe de quien dice quererla y le advierte " que abra los ojos y esparrame la vista". Obviamos que el verdadero significado viene a ser que la amistad verdadera o el amor auténtico consiste en corregir los errores de la persona querida, aunque sea doloroso hacerlo. Sí, hacer llorar es más fácil que hacer reír. Lo saben muy bien los humoristas. Pisarle el pie con fuerza a cualquiera le hará llorar, sobre todo si tiene un uñero, pero hacer reír a alguien que tiene inflamación en la raíz de la uña... parece tarea difícil. La risa no siempre está bien vista e incluso a lo largo y ancho de la historia se ha prohibido. "La risa mata el miedo, y sin miedo no puede haber fe, porque sin miedo al diablo ya no hay necesidad de Dios". Así sentenciaba el anciano monje Jorge de Burgos, respetado y temido al mismo tiempo, cuando el protagonista de El nombre de la rosa le demandaba el libro de Aristóteles referido a la comedia. Por supuesto le fue negado el préstamo ya que la risa es "un viento diabólico que deforma las facciones y hace que los hombres parezcan monos". Tal vez por eso le hemos puesto adjetivos a la risa: franca, falsa, nerviosa, histérica, irónica, inocente, infantil, socarrona, ridícula, burlona, sarcástica... y puede hasta convertirse --según la intensidad sonora-- en risotada, risita o carcajada. Y, claro, los profesionales del humor tienen que tener mucho cuidado con la risa que pueden provocar pues pudieran terminar con la dentadura en prisión o ser multados. Diríase que ser humorista es una profesión de riesgo como ser anestesista o dentista. Por cierto, vamos a la clínica dental en busca de una dentadura saludable que sostenga una risa brillante, limpia y llena de vitalidad y no sé yo si aplicarle el refrán aquel de "Quien bien te quiere...". A pesar de los pesares la risa sigue siendo la mejor arma para combatir los miedos y la mejor defensa frente a las adversidades. Lo saben bien los psicólogos y los carnavaleros infatigables.

defender la alegria como una trinchera

Cuando le concedieron el Nobel al cómico Darío Fo algunos intelectuales se sorprendieron, pero no el comité del Nobel que defendió que era un escritor que seguía "la tradición de los juglares del medievo que fustigaban al poder" para restablecer la dignidad de los débiles y humillados.Tal vez por ello "Que no te roben la alegría" era una reivindicación de los jóvenes del 15M. Nuestro gran poeta, Pedro García Cabrera, le hubiera sumado "la esperanza". La alegría desemboca en la risa que junto con la esperanza conforman las alegriarisahormonas de la felicidad. Es sabido que la risa ayuda a vencer el estrés, alivia la ansiedad y libera dopamina en el cerebro. Por tanto, es necesario reírse, aunque cada vez nos lo pongan más difícil. Filósofos, psicólogos, sociólogos y escritores se han ocupado de la risa y la alegría. Pablo Neruda le dedicó a Matilde Urrutia estos versos que debiéramos tener presentes en el día a día: "Quítame el pan si quieres, quítame el aire, pero no me quites tu risa". Porque para vivir es necesario el amor, pero también la risa: "Niégame el pan, el aire, la luz, la primavera, pero tu risa nunca porque me moriría". Incluso en los momentos trágicos puede y debiera haber un momento para la risa como defensa de la alegría y la esperanza. En los campos de concentración y exterminio nazis -- Dachau, Treblinka, Ravensbrück, Auschwitz... – el horror no pudo acabar con la risa y el humor al que se agarraban los condenados para resistir porque sabían que la risa los haría libres. Así lo cuenta la historiadora Antonella Ottai en La risa nos hará libres: cómicos en los campos nazis. La risa, la alegría y la esperanza frente a la resignación y el miedo. Comparto con Mario Benedetti la defensa de la alegría como un principio básico de filosofía para la vida, como un derecho fundamental: "Defender la alegría como una trinchera", defenderla de "la miseria y los miserables", defenderla de la melancolía, "de los ingenuos y de los canallas", "de los suicidas y los homicidas". Es fácil decirlo, pero es necesario creerlo y es posible pues la esperanza nos mantiene.


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