El mundo al revés
Desde que los jueces desean gobernar y dictan sentencias según criterios personales; desde que las eléctricas han entendido que dejamos de ser “clientes” para convertirnos en “víctimas”, lo mismo que llevan haciendo los bancos desde hace largo tiempo y han logrado echarnos de las oficinas; desde que de repente los dos grandes partidos se han puesto de acuerdo para reformar instituciones que llevaban más de mil días sin encontrar la salida; desde que la reforma laboral no se elimina ni la “ley mordaza” pasa a mejor vida;
DIGO Y SOSTENGO solemnemente que el mundo está al revés: los jóvenes trabajan más horas de las que sus contratos dicen; algunos empresarios parecen “devoradores de personas”; el gobierno está en permanente lucha interior porque la llamada “izquierda psocialista es un cuento chino”; algunos gobiernos locales lo único que hacen es leer comunicados y sumarse “al día de…” y colorear las farolas; el gobierno central no consigue que Europa, tan de derechas, mire con lupa el alocado avance del precio de la luz, en la que sus dirigentes empresariales no van a tener vida para gastar el pastón que están ganando (serán los más ricos del cementerio)…
Todo se ha virado: la tortilla se ha quemado por uno de los lados y nadie parece querer cambiarla. Así, la mediocre presidenta de la Comunidad de Madrid dice boberías tan bobas que incluso es aplaudida cuando destina dinero público a negocios privados, en manos de sus correligionarios: no nos engañemos: vivimos tiempos raros y tan subnormales que, cuando se produce un razonamiento, lo cuestionamos. Es tanta la oferta informativa a la que estamos sometidos que la reflexión, la discreción y el análisis sereno se escapa cada día como si un mensaje publicitario fuera. Las televisiones, algunas, no soportan que un tertuliano hable más de un minuto: ha de funcionar a golpe de flashes rápidos y breves: que nadie se enrolle, no hay tiempo; ya se sabe, el poder de la audiencia y las cosas del directo…
Y, así, en este mundo en el que ha desaparecido la lentitud, siguen creciendo los enemigos de la Democracia...
Y, en ocasiones, hasta el mismo Estado desaparece.
No sé si me explico.































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