Los vikingos volvieron otra vez a descubrir América

Opinion

Ramóndiaz1aLa sequía de noticias en los medios de comunicación suele presentarse normalmente en los meses de verano en que se supone que todo el mundo está de vacaciones, disfrutando en la playa expuestos al Sol y extasiados de un dolce far niente que nos deja el cuerpo en una especie de Nirvana. Es el estado más propicio en que solemos ser menos exigentes o, si se quiere, más complacientes con la dieta blanda de información que se nos suministra, incluso con aquellas novedades que entran dentro del género periodístico de “serpientes de verano”. Pero esta vez no estamos ni en verano ni de vacaciones, sino en pleno otoño por muy tórrida con que esta estación se nos haya presentado este año (no bisiesto) que corre. La noticia que está en la mayoría de las cabeceras periodísticas del pasado jueves 21 de octubre es que los vikingos fueron los primeros que descubrieron América y no nuestro eximio Cristóbal Colón. Y lo dicen así, en serio, apoyándose en complejos sistemas de datación cronológica cuyos fundamentos promueve la dendrología arqueológica, una rama del saber con mucho futuro.

La verdad es que la noticia (al menos la que publica El País con el título “Los vikingos ya estaban en América hace 1000 años”) vale la pena leerla por su rigor científico y por el esfuerzo en demostrar la importancia que tiene la gesta de los navegantes escandinavos que dejaron sus huellas en el corte de troncos usando herramientas metálicas. Pero, realmente, lo que llama la atención y subleva el pensamiento crítico no es tanto el contenido (recomendable, por cierto), sino el titular de la noticia, pues se trata del mismo titular que salta a las portadas de los medios cada cierto tiempo. Como es bien sabido, el titular de un artículo es la parte de las noticias que más se lee y que mayor impacto ejerce en los lectores. Esta reflexión no está en contra de las nuevas aportaciones que se hagan de este o de cualquier otro hecho que concierna al avance del conocimiento, sino a la forma de presentarlo.

En el lenguaje coloquial "descubrir el Mediterráneo" viene a significar algo así como inventar lo que ya está inventado; pasar como novedoso algo que es obvio o suficientemente conocido por todos.

Hace nada menos que 54 años que el geógrafo Jan O. M. Broek de la Universidad de Minessota (EEUU) publicó un libro titulado Geografía, su ámbito y su trascendencia, traducido por primera vez al castellano por Luis Palafox y editado por UTEHA (México) en cuya página 19 se puede leer lo siguiente: “Europa había tenido también sus viajeros, pero su introducción en la ciencia había sido casi nula. Los escandinavos habían llegado a América del Norte por el año 1000, pero estas noticias difícilmente penetraron más allá de las comunidades que vivían en las costas de su país.”

Cinco años después, es la editorial Anaya la que publicó una ambiciosa Didáctica de la Geografía escrita por el profesor Luis Coronas Tejadas en cuyo primer tomo, páginas 9 y 10 dice: “Hasta el siglo XIII apenas se progresa en el conocimiento de la Tierra. El mundo conocido por los europeos a fines de la Alta Edad Media era el mismo aproximadamente que el de los tiempos del Imperio romano. Solamente hay que destacar al pueblo vikingo o normando, pueblo guerrero, que no sólo recorre las costas atlánticas europeas, sino que también parece que fueron los descubridores de América. Sus hazañas marineras han llegado hasta nosotros mediante las sagas, poemas épicos transmitidos oralmente, en las que se narran sus expediciones y descubrimientos. A través de las sagas groenlandesas, compuestas seguramente en el siglo XII, se conocen, envueltos en la leyenda y la poesía, aquellos viajes. Erik el Rojo, natural de Islandia, descubrió Groenlandia a fines del siglo X. Bjarni Herjufsson seguramente fue el primer europeo que puso pie en el continente americano, probablemente en el sur de la península del Labrador. Leif, hijo primogénito de Erik, llegó hacia el año 1000 también a América, y por la abundancia de vides la llamó Vinland. En las sagas se habla de cinco expediciones a Vinlandia en el siglo XI, y poco después aquellas tierras habían sido abandonadas y olvidadas. Hay autores que niegan estos descubrimientos, otros lo aceptan. Evidentemente, el desconocimiento por parte del mundo europeo de esos descubrimientos le restan valor respecto a la ampliación del mundo conocido”.

En 1973, Andrés Mateo Rodríguez publicó en la editorial burgalesa Hijos de Santiago Rodríguez un librito titulado Didáctica de la Geografía (tres principios básicos para la enseñanza de la Geografía y consideraciones sobre esta ciencia) en cuya página 9 se puede leer lo siguiente: “Sin consecuencia para la cultura fueron los viajes de los vikingos o normandos, siendo tradicional que en el año 982 el noruego Erik el Rojo llegó a Groenlandia y que en el año 1000 su hijo Leif alcanzó las costas canadienses”.

La mayoría de las Enciclopedias tradicionales incluyen esta información dentro de la voz ‘descubrimientos` (Focus de Argos-Vergara, 1985, pp. 1338-1339) o en las voces que empieza por la ‘e’ de Erik (Vox, 1970, p. 1235).

Pensando mal y dada la cercanía de los fastos del pasado 12 de octubre, cabe dentro de lo posible que estos titulares vayan dirigidos a reafirmar a los que llevan años tratando de quitar importancia a la gesta de los marinos españoles descubriendo para la civilización occidental la existencia de un continente intermedio siguiendo la ruta del oeste en busca de la tierra de las especies. Tiene guasa que siendo Colón el primero que atraviesa el Atlántico medio, llegó al Caribe y desde allí navegó por las costas de Venezuela que fuera un comerciante italiano el que le dé su nombre al continente por la sencilla razón de que el Almirante no tuvo conciencia de que en realidad todo aquel mundo nuevo era América. Prosigue en nuestros días la jibarización del Almirante de la Mar Océana con el derribo de estatuas que conmemoran su gesta tanto en América como en la Península Ibérica (aquí de momento no pasa del intento).

Es la moda del ajuste de cuentas con el pasado que pretende blanquear el pretérito borrando huellas incómodas. Anhelamos inútilmente que la moralidad del presente rija épocas pasadas. De inmadurez tilda ‘el emperador’ de los historiadores, Peter Brown, investigador de la Universidad de Princeton (EEUU) dicha moda, en una frase de mayo de 2021 que dice: “Asumir la parte vergonzosa del pasado es un signo de madurez. Uno no siempre está orgulloso de su abuelo”.

Aunque bien pensado, y por decir algo propositivo, a lo mejor va siendo hora de cambiar aquello de “descubrieron el Mediterráneo” y actualizarlo por esto otro de “”descubrieron América”. Todo es cuestión de que sigamos animando a los vikingos a descubrir otra vez América a ver si cuela como primicia o como exclusiva recalentada al microondas.

Ramón Díaz Hernández


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