Tarde de domingo. Domingo veraniego en este caso. Silencio en la calle, apenas turbado por el ruido de algún coche . Se oyen campanas llamando a misa. Cerca, el guineo radiado de un encuentro de fútbol. Una tarde cualquiera de domingo, pero para mí una tarde mágica llena de misterio y de ilusión.
Me he probado ya tres vestidos y no estoy satisfecha. Mi pelo corto no me gusta nada esta tarde. Ojalá tuviera melena. Siempre lo llevo corto por mi afición a nadar, pues es más cómodo.
Voy al ropero de mi hermana mayor y cojo la blusa de escote barquilla con lunares de diversos colores que siempre me ha gustado; combina muy bien con mi falda blanca de quillas. Pienso lavarla luego y ponerla en su sitio sin que se dé cuenta. Me miro al espejo y acentúo mis ojos con una tenue raya.
Todo este trajín es porque quedé en verme con un muchacho.
Después de ensayar en el espejo una pose interesante, salgo cautelosamente para evitar el interrogatorio habitual, pero mi madre me ve y quiere saber a dónde voy. Le digo que quedé con un amigo para dar una vuelta en La Plaza y ella insiste en que me acompañe mi hermana menor.
¡Dios mío!, pensé: ¡Carabina no!
Mi padre me advierte que no salga de allí y yo me pregunto qué focos de perdición habrá fuera de casa. También me recuerda que a las nueve en casa. Saliendo, oigo a mi abuelo decir: “Dejen a la niña, que ya mira p’al cañizo”. Cuando regrese le preguntaré qué quiere decir, aunque intuyo que se refiere a que ya me siento atraída por los chicos.
Cuando vamos por la Calle Larga, después de un tira y afloja, llego a un acuerdo con mi hermana (negociación ventajosa para ella) y se va con unas amigas. Yo, liberada, arranco para La Plaza, donde me están esperando.
Flotando llego allí. Acabo de cumplir quince años y es mi primera cita, que transcurre dando vueltas alrededor del pozo, hablando de naderías, mientras sufro un sonrojo que me va y viene sin motivo, ¡me da una rabia!
El chico es un año mayor que yo y me encandila su gesto tan mundano y varonil cuando me ofrece un chicle bazooka. A mí me parece estar viviendo una emocionante y embriagadora experiencia.
¡Divina juventud! ¿Dónde estará ya?
Texto e ilustración: Juana Moreno Molina
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.218