Y las montañas también

Opinion

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Me sorprendió la profesora de Filosofía de COU, una joven atractiva amante del senderismo de montaña, cuando escribió en la pizarra el siguiente silogismo:

Premisa general: Todo lo que existe tiene vida.
Premisa particular: Las montañas existen.
Conclusión: Las montañas tienen vida.

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Y digo que me sorprendió porque desde pequeño me habían enseñado que tanto las montañas como los volcanes, el mar, el sol y nuestro propio planeta son considerados seres inorgánicos o inanimados, materia inerte.

Ya estaba en COU, el primer COU de la historia, curso 1971-72, y me resultó un tanto descabellado aquel silogismo. Iba a saltar para rebatirlo cuando, adelantándose, una compañera de clase hizo el siguiente comentario:

-La verdad es que parecen vivas.
-No es que lo parezcan; ¡es que están vivas, mi niña! –replicó la profesora, poniendo énfasis en el adjetivo, en tanto que proyectaba tres filminas seguidas.

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Luego continuó con lo que me pareció un alegato:

-Están tan vivas como la Tierra, nuestro planeta, que no cesa de moverse, que bulle continuamente por dentro y que, según el científico inglés James Lovelock y otros seguidores de su teoría, tiene una mente pensante que se llama Gaia. ¿Cómo no va estar viva la Tierra si es ella la que sustenta la vida de los seres orgánicos? ¿Cómo no va a estar vivo un volcán?

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-También el mar está en continuo movimiento con sus corrientes, con sus olas, y bulle la vida en sus aguas, inmensas y profundas.
¿Y qué me dicen del sol? No podríamos vivir sin su energía, sin su calor. ¡No me digan que no están vivas estas montañas bañadas por su luz!

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Totalmente, pensé al ver la imagen, embelesado por la penumbra de la sala de proyecciones, por el silencio y por el tono apasionado de la voz de la profesora.
Me gustó mucho aquella clase. Tanto que todavía me acuerdo de ella. Y de la profesora también, por supuesto, porque, hasta entonces, nunca había conocido a nadie que fuera tan amante de la naturaleza.

En más de una ocasión he especulado con el silogismo que planteó aquel día y, rompiendo una lanza a su favor, amparándome en el hecho de que vida y existencia son sinónimos, me gusta pensar que todos los elementos que nos dan la vida están vivos.

Y las montañas también.

Texto: Quico Espino
Fotografías: Ignacio A. Roque Lugo

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