Tina Suárez Rojas: versatilidad y calidad
Es la primera novela del oeste que leo: Tina Suárez Rojas, Brevísima relación de la destrucción de June Evon (Ediciones Vitrubio, Madrid, 2013).
He de confesar que nunca me gustaron; debe ser que las películas, tan de moda hace unos años, nos apabullaron tanto que el factor sorpresa de la lectura salió huyendo por la ventana de colores que representaban los viejos cines. Sin embargo, las novelas del oeste gozaron de prestigio popular cuando la vida era de otra manera y aún la tecnología cargante de estos tiempos asirocados ni siquiera se adivinaba “en el lejano horizonte”. Por entonces, recuerdo que se alquilaban en el viejo Frontón (Marcial Lafuente Estefanía, verbigracia).
Esta novela, o “poema épico coral”, según la define Tina Suárez Rojas, tiene algo diferente: primero, está escrita por una poeta, lo que constituye toda una novedad para el empedernido lector; segundo, su peculiar estilo, único y diáfano; tercero, la mirada sincera de quien escruta la realidad y nos la presenta como si fuera un fotograma en el que el encuadre y la luz transitan por el mismo camino:
Luego, el espacio lo enmarca en apenas cinco líneas que no sé si son versos. Y ya está. Y no divaga en absoluto. Y va al grano. Esta es su carta de presentación.
El título hace honor a su contenido. Así, la protagonista, que se mueve en un mundo de hombres violentos, responde claramente al estereotipo harto conocido del “viejo oeste” y el resultado final es, cuando menos, llamativo. Y todo ello descansa en una novedosa vuelta de tuerca en la que la autora ha querido dejar atrás su cálido y sugerente y particular verso. Y esta “poesía narrativa”, si es que se puede denominar así, se ha ido de paseo a las profundas y peligrosas tierras norteamericanas: un viaje en el tiempo y en el espacio. Desde luego, la originalidad es indiscutible.
Hay muchas formas de contar y Tina Suárez Rojas se ha decantado por el paisaje sin neblina: no necesita llenar páginas y páginas que alarguen la peripecia al mismo tiempo que la destruyen. En su historia hay sustancia por encima de todo. La autora de Así habló Sara Trasto y Mi corazón es un cubo de Rubik desordenado, entre otros títulos, se inclina por lo más difícil a la hora de escribir y por lo más natural en el momento de leer. ¿Y cómo se combinan ambos caminos? Tal vez tenga que ver su pasión por la Literatura, por ese deseo constante de escribir en el que una fuerza invisible y permanente intenta abrirse paso: seguramente estará buscando el ansiado paraíso en el que aún nadie ha podido entrar. Nos presenta Tina Suárez Rojas un paisaje nítido y despejado: ni la neblina ni la calima esconden la realidad.
Hay muchas formas de contar y Tina Suárez Rojas se ha decantado por el paisaje sin neblina: no necesita llenar páginas y páginas que alarguen la peripecia al mismo tiempo que la destruyen.
Y, ahora, esta escritora canaria nos ha servido en bandeja de papel un relato y lo ha elaborado con tanto cuidado que parece vivido. Bueno, en realidad, sí lo ha vivido: cuando escribe Tina Suárez Rojas se lanza al vacío de las páginas nuevas como si se alongara en un acantilado, donde los desconocidos lectores, también al borde del precipicio, abrimos la mirada para contemplar, y disfrutar, su nueva perspectiva. Y algo debe haber en cuanto a la calidad que presenta: real, profunda, auténtica. Ha sabido cuidar los espacios y los tiempos y las distintas voces que narran construyen un panorama duro, seco, airado. Y, a la vez que nos adentramos en la vida de June Evon, surge la propia de quienes van contando en cada momento; y así la visión total no solo crece sino que va enmarcando los límites para no salirnos del lienzo. Solo cinco mujeres intervienen en el relato; el resto, vaqueros curtidos donde la violencia se adivina como inherente al ser humano.
Tina Suárez Rojas, en apenas cincuenta páginas, dibuja un panorama que domina desde su mirada de poeta experimentada: un camino en el que los diálogos son cortos y precisos. Su extraordinaria capacidad narrativa desprende una amplia visión: la aventura lo merece. Y ese nuevo camino la agranda como escritora y nos muestra otra faceta de su evolución. Su mirada lo atestigua. Sabe medir las palabras y, por ende, expresar sin falsas florituras el horizonte del relato. Y lo consigue.
Tina Suárez Rojas no solo rompe los esquemas, sino que, además, deja bien sentado que puede hacerlo. Y esta novela, o como se quiera denominar, es un ejemplo evidente de versatilidad y calidad.
Y surgen muchas dudas, pero éste no es el momento.
Lo que sí les puedo asegurar es que su lectura me ha resultado apasionante.
Y eso, por sí mismo, ya es un valor.
No se la pierdan.
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