Hace poco más de un año, el CAAM de la capital grancanaria se vistió de largo y, orgulloso, mostró una manera de exponer y celebrar a César Manrique.
Durante los meses en que la obra del artista conejero brilló en el museo, no solo fue un acierto del que todos nos sentimos orgullosos y agradecidos, sino que, además, vino a constatar que a veces nuestros artistas sí son profetas en su tierra. Aunque ya no estén entre nosotros. Aunque esto es solo un parecer, una ilusión que representamos cada día. Y que la fachada del edificio se haya convertido en el aviso y prólogo de lo que se ofrece en el interior, dice mucho de esta iniciativa. Por eso captamos la imagen. Para que el recuerdo no se borrara, convertido solo en palabras.
Y para que los lectores que se asoman a esta otra ventana recuerden y tengan presente lo que una vez sucedió.
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