El dibujo de César Manrique es, desde su misma sencillez, toda una declaración de intenciones.
Con él no solo está protegiendo una particular forma de ser y estar en el mundo, sino que es un alegato donde lo auténtico goza de un futuro que ha de permanecer. El dibujo es sencillo, sí. O eso parece. Sin embargo, si nos detenemos ante él podemos escuchar sus palabras apasionadas de verdadero ecologista, cuando ni siquiera esta palabra existía. En él podemos observar la lucha y el trabajo realizado desde la seriedad y el rigor. Y una manera de reflejar la realidad que con el paso de los años adquiriría aun una visión mayor.
Por eso decimos que no solo es un dibujo. Es lo que usted, inteligente lector, quiera ver. Libertad se llama.
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