La casa azul mira continuamente al mar.
Y en los días luminosos se mimetiza con el cielo y el mar; de tal manera que Casa, Cielo y Mar vienen a significar lo mismo: las tres palabras se han convertido en sinónimas. Que el idioma está vivo y cambia continuamente es una verdad inalterable. Bien es cierto que mantiene su esencia; sin embargo, en ocasiones concretas, las palabras, en su diversidad de significados, y cansadas de su uso peculiar, deciden tomarse la vida con otro aire. Y así se produce esa extraña sinonimia que no es más que un nuevo invento de los seres humanos.
Ese deseo de cambio está a nuestro lado. Solo hay que pararse y mirar. Y aún así no siempre se produce.
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