La cúpula de la Heredad, enmarcada por la Naturaleza, se presta a diversas interpretaciones. Lleva en el lugar desde 1912. Es decir, desde ahí arriba ha visto crecer los árboles que a su alrededor se levantan: desde que eran pequeñitos y privados hasta la actualidad. Pero aquí quien realmente se expresa no es lo inerte, sino lo que está vivo: la Naturaleza. Y con el paso del tiempo ha contribuido a engrandecer no solo un edificio de Arucas, sino el conjunto todo. Las palmeras, los dragos, los laureles, las araucarias: la Naturaleza toda, nos habla todos los días. Solo hay que pararse y ponerse a escuchar. Y si además recuperamos el placer de los parques, oiremos el susurro del viento norteño convertido en palabras en el tiempo.































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