La sinfonía perfecta de Arucas se materializa, a veces, en el cielo azul, y, más frecuentemente, en las fachadas viejas de blanco, en las que la piedra azul de cantería matiza y adorna los marcos de las ventanas y las esquinas se dulcifican en su labor de doble vertiente.
Que el cielo azul esté matizado por débiles nubes que pasan de largo no solo embellece el entorno sino que, además, lo convierte en único. La sinfonía perfecta se produce cada mañana. Y cada día es diferente. Los colores de las notas y los sonidos del violín o del timple, o de la orquesta toda, suenan en la imaginación. Pero la limitación musical es insalvable. Por eso los músicos deben componer al hilo de su entorno. O, al menos, intentarlo.
Al final viene a suceder que la Pintura, la Música y la Literatura parten, casi siempre, del mismo sitio: desde la soledad creadora del que mira y escucha detenidamente.






























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.102