(Texto escrito el 26 de enero de 2020: antes de la pandemia)

El paseante ha vuelto a dar la enésima vuelta por su ciudad.

Y ha dado con la Plazoleta de Manuel Ramos desde dos puntos de vista distintos y que ofrecemos a nuestros lectores. Y para que haya variedad hemos jugado con el color y el blanco y negro. Y, además, para dejar bien claro que toda visión tiene su contraria. Sin embargo, en ambas, en el momento de atrapar las imágenes, lo que definía el lugar era la soledad. Y la tranquilidad, también. Así, en el silencio de la mañana acompañada de llovizna, con nubes grises que acentuaban el blanco de las fachadas y la piedra azul, Arucas parecía despertarse, como si arrullara y no deseara molestar.

La Plazoleta de Manuel Ramos es un regalo de la ciudad a un escultor insigne, artista que dejó su buen hacer para la posteridad.

El lugar se ha vestido con pachorra tranquila y se ofrece al paseante como si fuera la primera vez. Y ello nos ocurre cuando llevamos la pesada cámara al hombro. Si de verdad queremos redescubrir los lugares cotidianos, debemos mirar con esmerada atención de turista, aunque sea del país. Más que nada es la actitud. Pues eso. Ahí tienen dos visiones que son las caras de una misma moneda. Y ambas constituyen el campo de visión de unos ciudadanos que cada día se levantan dispuestos al trabajo. Por eso las imágenes están vacías de vecinos.

Pero haberlos, “haylos”!!