Entrañable rincón de la nostalgia,
santuario del remoto acontecer,
donde hila lento el tiempo la memoria
de dichas y tristezas a la vez.
Donde admira la bella simetría
que gira cual si fuera un carrusel
de grises y elegantes caballitos
con crines voladoras de laurel.
Donde cuatro gigantes centinelas
anuncian la hermosura del vergel
al arrullo de salmos cristalinos
que un viejo surtidor deja caer.
Hoy que vuelvo al deleite de tu sombra
el alma se me llena del ayer,
y un frescor de románticos recuerdos
me lleva dulcemente a la niñez.
Sebastián Monzón Suárez
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