“Cuando la bruma se eleva y no regresa hasta la tarde, el verde recupera su espacio.
Y yo, la isla ansiada, me encuentro más tranquila en mi soledad. Ojalá pudieran venir por aquí los canarios de al lado; pero será mejor que sigan en sus islas y encuentren el camino de la regeneración y del desarrollo sostenible, como se dice ahora. Yo, San Borondón, sobrevivo gracias a mi capacidad para escabullirme entre los pasajes de la historia y las ilusiones de las leyendas. Así es mejor. Aunque me gustaría tener más vida a mi lado. De momento no es posible. Todavía han de pasar algunos años hasta que el seísmo se produzca. Pero, claro, los canarios no lo saben: andan tan preocupados en minucias que la calima y el siroco les impide ver el conjunto. Solo hablan y hablan, pero las soluciones no llegan a materializarse, como dicen por allá.
Yo, de momento, sigo aquí, tranquila, ofreciéndoles imágenes de una isla misteriosa y legendaria. Hasta mañana”.
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