El pasado jueves, 28 de marzo, en la Sala Manuel Padorno de la Biblioteca Pública, Aventino Sarmiento presentó su poemario «Cimbras». Acompañado por José Miguel Junco y por José Miguel Perera, tomó la palabra el autor para justificar la presencia de quienes iban a colaborar en la presentación de Cimbras. Nos contó cuándo había conocido al uno y al otro, dando detalles de ello. Hizo hincapié en el desconocimiento que tenía de Perera. Antes de ceder la palabra a José Miguel Junco, aprovechó para solicitar la colaboración del público: los aplausos, de haberlos, que fuesen al finalizar el acto para dar agilidad al mismo.
Toma la palabra Junco Ezquerra, que inicia su intervención con los agradecimientos de rigor. Se refiere a su intervención como una aproximación a la obra que se presentaba. Menciona lo poco que se prodiga con sus publicaciones Aventino, recordando que su segunda obra publicada, hasta el momento de publicarse Cimbras, data de 1991. Arguye como motivo «su compromiso con la palabra poética, sabiamente pausado en sus procesos de elaboración». Se refiere a continuación al diseño de la publicación, de Javier Cabrera, y a la parte gráfica, obra del escultor Paco Cruz. En la misma línea, tomando como referente su última publicación individual, expone la continuidad entre ambas obras, «que no es reiteración sino madurez creativa» del que se presentaba. Su intervención continúa, ilustrándola con citas y breves lecturas de algunos de los poemas de Cimbras.
Aborda, José Miguel Junco, el título y su significado para hacer referencia seguidamente a las distintas imágenes que utiliza, las que componen sus poemas con un «ritmo marcado más por la respiración que por la métrica y los signos de puntuación, correspondiendo al lector el ritmo». Tras continuar, en la misma línea, con lecturas sucesivas de algunos versos de los poemas presentes en Cimbras, da por concluida su intervención, para dar paso a José Miguel Perera.
Perera inicia su intervención agradeciendo a Sarmiento su invitación. Sobre todo porque, corroborando las palabras de José Miguel Junco, reitera la importancia de la obra presentada. También se hace eco de las palabras de Aventino, al enfatizar en el desconocimiento personal que entre ambos existía, hasta el momento de la invitación. Si bien, el conocimiento que del autor tenía era referente a su obra, pues leyó Las sílabas del sol en su época de estudiante universitario, de la que dijo «le cautivó su poesía». Abunda en lo expuesto por Aventino Sarmiento, en lo que al amigo común que les permitió conocerse se refiere: Antonio Henríquez.
Con respecto al estudio abordado, solo se referiría con una explicación aproximada a sus textos, no entrando en el detalle por la extensión del mismo. No se limitará a la obra presentada, sino que también hará referencias a las dos publicadas con anterioridad. Así comparte con Junco «el compromiso de Aventino Sarmiento con la palabra». Inicia el tratamiento de la obra, haciendo referencia a una prolija lista de poetas que entiende presentes en la obra de Aventino.
Dando cumplida cuenta de su promesa, va incorporando explicaciones aproximadas a la obra de Sarmiento. Así, para referirse a la presencia del paisaje en su obra, expone: «paisaje no del todo definido, no hay una realidad cerrada». Continúa y se acerca a la obra del año 1991, donde ve la presencia del mar con un fondo oscuro, con elementos paisajísticos plenos de simbología, haciendo hincapié en cirros como palabra clave. Tal y como también expuso Junco Ezquerra, anota una continuidad en Cimbras: «como derivación de lo expuesto en el poemario anterior», refiriéndose a Las sílabas del sol.
Otros aspectos destacados, donde se puede vislumbrar también la coincidencia con quien le precedió en el uso de la palabra, son los relacionados con el ritmo: «ritmo y vaivén que anima a la palabra para que se haga carne»; «ritmos enérgicos y calmos que se alternan»; «juegos fónicos que enlazan con la musicalidad de la palabra, con imágenes atrevidas que recuerdan a Lezama», al que se había referido anteriormente con la nómina de poetas que entroncan con los textos del Aventino.
En algunas ocasiones, según observa, la escritura telegráfica se impone como definición de la poética de Aventino, de quien dice que se trata de una «escritura hecha sobre un cuerpo de mujer». También hace mención a la presencia de la memoria en su obra, como paso del tiempo surgiendo lo inmemorial, basculando entre un extremo y otro del tiempo «neolítico y milenio, entre lo ancestral y el milenio»
A lo largo de su obra, encuentra José Miguel Perera, un acercamiento a la poesía social sin abandonar el misterio, si bien en los últimos poemas ya encuentra más referencias a lo real. En esa línea continúa hasta que toma la palabra el autor.
Aventino Sarmiento inicia su intervención, tras la de quienes le precedieron, agradeciendo las palabras de ambos y dedicando su presentación tanto a su compañera como a sus dos hijas, sin olvidar hacer referencia a su padre. A continuación, se detiene con la lectura de un poema, para rematar con su concepción de lo que para él representa la poesía, a la que concibe con un misterio. Sigue su intervención dando cuenta de lo que motivó el título del poemario Cimbras. Para ello se detiene en las definiciones que del término figuran en el DRAE. Hace hincapié en la definición de cimbra, tal y como aparece en dicho diccionario, tomando como referente la relacionada con el armazón que sostiene el peso de una construcción, que por analogía vendría a significar, según expresa: «soportes, andamios, dinteles y, subrayo, razones para el existir y desde el existir en el tiempo y en la memoria». Nace, su nexo con la poesía desde la relación de la palabra con la imagen.
Los poemas que conforman la obra que se presentaba, surgen del «conocimiento emocionado o emocionable» y están escritos en el periodo comprendido entre los años 2006 y 2017. Quizá dándole la razón a quienes le acompañan en la presentación, en lo que a la dedicación se refiere. En el momento de organizar la edición, según sus palabras, quiso dotar al libo de un aparente caos, que constituyó su objetivo cuando fue a diseñar el libro con Javier Cabrera, a quien corresponde el diseño. Dicho caos lo asume «como analogía a la realidad que estamos viviendo»
Cuando culmina con intervención, procede a la lectura de algunos de los poemas que figura en Cimbras. Comienza con el último, aunque no corresponda cronológicamente al último, sino al que toma ese lugar en la obra. Acaso por corroborar el caos al que había hecho mención momentos antes. En sus poemas, al menos en los leídos durante el acto, hace referencia al barrio de San José, donde residió durante diez años, tras salir de la Tejeda natal. Según manifiesta, el barrio al que va y viene en diversas ocasiones desde la poesía.
Con la lectura de los poemas da por culminado el acto, mientras suena por la megafonía el aviso de cierre de la biblioteca, que interrumpe y conmueve a Aventino durante la lectura.
En cualquier caso, a lo largo del acto se pudo comprobar lo atinado de la elección de quienes le acompañaron. Desde sus dos perspectivas diferentes, con elementos de coincidencia, dieron muy buena cuenta de lo que la obra presentada representaba.
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