SANTIAGO GIL: “En Canarias se está escribiendo con la visión universal que requiere la literatura”

Josefa Molina Viernes, 22 de Marzo de 2019 Tiempo de lectura:


A medida que voy cumpliendo años, me apetece más escribir sobre la armonía que buscar situaciones más oscuras”, afirma el escritor natural de Guía, autor de casi una treintena de libros y una de las voces literarias con mayor presencia en el panorama literario actual de las Islas.

Escribo para cualquier ser humano, empezando por mí mismo”, afirma rotundo el creador de ‘La costa de los ausentes’ (2016), ‘Gracias por el tiempo’ (217) y ‘La puerta de la jaula’ (2018).

(Esta entrevista fue realizada el pasado 28 de enero, mucho antes de que Santiago Gil perdiera al gran amor de su vida, Chiqui Castellano. Aquella tarde, Chiqui estaba sentada junto a Santiago y a esta entrevistadora. Guardaba silencio y escuchaba atenta.)


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Una mínima cafetería ubicada en un lateral de la emblemática plaza de Santiago de Gáldar, nos brinda la oportunidad de mantener una breve charla mientras degustamos unas mini arepas, damos cuenta de unos trocitos de queso de Montaña Alta y dejamos que una cerveza fría se deslice lentamente por nuestras gargantas.

Sin duda, charlar con Santiago Gil (Guía, 1967) supone una de esas experiencias que una siempre quiere repetir. Conversar con este periodista de profesión y escritor de corazón, es acercarse a un hombre cercano, inteligente, lector empedernido y profundamente conocedor del escurridizo arte de la buena escritura. Quienes lo conocen, saben que si algo caracteriza a Gil es su gran capacidad de trabajo marcado por una disciplina férrea que le lleva a escribir a diario. Pero, además, quienes lo conocen, saben de su gran capacidad para comunicar, una cualidad que hace quedarse ‘enganchado’ a todo aquel que se acerque a los talleres de escritura que imparte o a las charlas en las que participa como invitado, donde descubren, maravillados, que se quedan prendados irremediablemente de su sapiencia literaria.

Según él mismo relata, llegó a la literatura de manos de Quevedo y su inmortal ‘La vida del Buscón’ (1626). “Tenía 13 o 14 años, cuando descubrí El Buscón, lo cierto es que casi no lo entendí, pero me deslumbró: aquello era risa, era humor, era emoción, en fin, ¡era literatura!”. Más tarde, con apenas 18 años, leyó ‘Rojo y negro’ (1830), de Stendhal cuyo protagonista, Julien Sorel, confiesa, “me cambió por completo”. “Estos dos libros fueron los que me iniciaron en el mundo de la escritura”, afirma sin titubear.

En el año 2005 recibe un accésit en el Premio de poesía Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y el año siguiente gana la XVIII edición del Esperanza Spínola de poesía, sin embargo, su producción es mayoritariamente narrativa. La pregunta cae por su peso: ¿prosa o poesía? Cuando eres novelista eres sospechoso de ser poeta y cuando eres poeta, eres sospechoso de ser novelista. Es decir, si comienzas publicando poesía, no eres considerado como novelista y al revés; te etiquetan en un lugar o en otro. Mis tres libros de poemas, por suerte, fueron leídos por otros, premiados por otros y publicados por otros. En todo caso, la prosa para mí es poesía o tiene un sentido poético. Si no hay poesía, no hay literatura; así pues, por encima de todo, poesía.

Defina poesía. La poesía es la literatura. Me refiero a la poesía, no entendida como rima o como estructura, sino como el proceso creativo en sí, como aquello que vuelve mágico, que pone alma, a las palabras.

¿Ayuda un premio a posicionarse ante el lector? No lo creo. Yo creo que lo que te posiciona es tu trayectoria. Si un escritor va a depender de los premios para creerse escritor, creo que se equivoca. Los premios son azarosos y aunque, por supuesto, hay premios limpios, ahora mismo son herramientas de marketing para las editoriales. La literatura no se puede medir ni por las ventas ni por los premios porque, en realidad, eso no se corresponde con la calidad literaria. El premio real para el escritor es que le lean.

Durante los últimos años, viene impartiendo diversos talleres de escritura, ¿qué consejo ofrece a sus alumnos? Leer, leer y leer. Escribir, escribir y escribir. Eso es todo.

¡Eso es todo y no es poco! Los talleres le permite tener un contacto directo con lo que se cuece en el campo de la creación… Sí, cierto, creo que estamos en un momento en que mucha gente está escribiendo y dando a conocer lo que escribe a través de las redes sociales, por ejemplo; además, en la actualidad, resulta mucho más fácil editar. En los talleres que imparto, he encontrado a personas con un talento inmenso, gente que se acerca a la literatura con entusiasmo y valía; si a eso, le aplicas el oficio, le aplicas el trabajo, le aplicas el esfuerzo, estas personas pueden llegar a escribir cada día mejor y a lograr que sean los demás lo que te llamen escritor. Esa es la clave: que los demás te consideren un escritor, no que tú te autodenomines como tal.

¿Qué hace que un libro sea considerado como una buena creación literaria? Como decía Borges, “el tiempo es el gran antólogo”. Todo lo que se está escribiendo ahora, puede tener más éxito o no, pero será la criba del tiempo la que determine si lo publicado merece la pena. En Canarias, en concreto, en la isla de Gran Canaria que es la que conozco más de cerca, se vive un momento de maravillosa ebullición en la novela y en poesía, se vive un momento especial, donde se narra sin complejos desde lo local hacia lo universal. Los escritores que escribimos en Canarias no nos ceñimos solo a lo local. Es decir, la literatura tiene que ser universal porque, cuando te acercas a un argumento, te debes acercar de forma que llegue a cualquier lector del mundo. El deber de un escritor es escribir bien para la generalidad, no para la localidad. Yo creo que en Canarias se está escribiendo con la visión universal que requiere la literatura.

¿Para quién escribe Santiago Gil? Primero, para mí mismo; para conocerme, para rastrear en grutas a las que solo llego a través de las palabras, pero luego, también, quizás, para dejar una huella en este paso efímero que es la vida. Mi intención es generar emociones, y llegar a aquellas personas que, en un momento dado, puedan conectar con lo que escribo: escribo para cualquier ser humano, empezando por mí mismo.

¿Qué busca en un texto literario? En mi opinión, la misión del escritor es ponerle magia a lo que, aparentemente, carece de magia, es decir, a las palabras que usamos en el día a día; debemos ir hacia el texto que nos conmueva, que nos golpee, que no nos deje igual que estábamos al inicio de la lectura. Y eso es lo que yo busco en un texto. Un libro en el que te paras en cualquier momento, y que vas subrayando, esos son los libros que te emocionan. Y sus autores son los que, finalmente, te enganchan. Desde luego, no hay nada estándar; es decir, no pasa nada porque no te llegue un escritor consagrado, aunque lo que sí es verdad es que aquellos escritores que han superado la barrera del tiempo, en un noventa por ciento, son escritores que nos llegan, que han logrado conectar con el lector.

Cómo narrador de historias, ¿qué es para usted la literatura? Creo que al escribir, lo que buscamos en la literatura es quizás contar con uno de los pocos asideros que nos quedan para que la vida no parezca, ¿cómo decirlo?, tan insustancial, tan poco importante; seremos polvo, así que cuando uno escribe y también cuando uno lee, te conviertes en alguien capaz de extender los límites de la vida, de la propia existencia.

¿El escritor debe hacer una llamada de atención, una crítica social, hacia lo que está pasando en tu entorno? Si te acercas a contar el mundo en el que vives, con sinceridad, con sus crudezas y sus alegrías, y te pones en el lugar de cada uno de los personajes y lo que está a su alrededor, la crítica social saldrá de una forma natural. No debe de ser intencional sino que debe de salir de forma natural. Por ejemplo, en mi próximo libro, ‘El gran amor de Galdós’, cuya presentación está prevista para el próximo abril en Gran Canaria y en la que profundizo en el amor de juventud de Benito Pérez Galdós, cuenta con una gran carga de crítica hacia el entorno social de la época, y no porque yo me lo planteara inicialmente sino porque, al documentarme e intentar contar cómo era la sociedad de Galdós y explicar cómo eran las relaciones sociales y entre los diferentes estratos sociales, aparecen situaciones en la vida de los personajes realmente duras que se denuncian a través del libro. Eso también es hacer crítica social.

¿Qué tipo de personajes le seducen más? Casi siempre me gusta adentrarme en las figuras de los perdedores. Me gusta indagar en personajes reales, como Camille Saint-Saëns, Galdós, Tenesor Semidán y Jorge Oramas (de los dos primeros ya he sacado las novelas, y los dos últimos, están ya escritos y en espera de edición); todos ellos son personajes reales que buscaban reconstruir su vida después de sufrir sus personales derrotas. En realidad, no son perdedores, sino que son personas que encauzan su vida de una determinada forma con el fin de sobrevivir y continuar en el camino...

¿Qué libro le ha emocionado hasta el punto de llorar? Muchísimos, pero recuerdo con mucha nitidez, ‘El amor en los tiempos del cólera’ (1986), de Gabriel García Márquez. Recuerdo que, cuando se publicó, fui rápidamente hasta Las Palmas de Gran Canaria para comprar un ejemplar. Regresé a Agaete, enfrascado en su lectura en la guagua. García Márquez me hizo llorar en varias ocasiones con esa gran historia de amor.

¿Sobre qué temas le gusta escribir? A medida que voy cumpliendo años, me apetece más escribir sobre la armonía en vez de buscar situaciones más oscuras. Creo en el ser humano, creo en su bondad, en su capacidad, e intento abordar eso en mis novelas: hablar del ser humano que crea internet, que salva al que tiene al lado y da su vida por él, contar la belleza de la existencia. Cada vez quiero escribir más del amor y menos de la tristeza.

¿Qué libros deben de estar en todas las bibliotecas? El Quijote, de Cervantes.

¿Qué autor salvaría de una quema de libros? Frank Kafka

¿Qué personaje de novela le hubiera gustado haber creado? Julien Sorel, de ‘Rojo y negro’, de Stendhal

Y para finalizar, si pudiera tomar una cerveza o un café con un autor para hablar de literatura, ¿con quién sería? Sin duda, con Paul Auster, con Vargas Llosa y con John M. Coetzee.

Terminamos la entrevista con el plato huérfano de manjares norteños y con el dulce amargor de la cerveza calibrando nuestros gaznates. Esto me hace darme cuenta de lo afortunada que acabo de ser, y es que, si tuviera que elegir un escritor para mantener una charla sobre literatura compartiendo una cerveza fría, ese sería, sin duda, Santiago Gil; un placer que, por otra parte, he tenido la suerte de disfrutar en diversas ocasiones.

Esto me confirma lo sumamente enriquecedor que resulta a nivel personal acercarse a los apasionados de las letras. Así que solo me resta dar las gracias a todos los que crean hermosas historias a través de las palabras; gracias por recordarme una vez más que para escribir lo primero que tienes que sentir es una pasión que te remueva las vísceras y un hondo deseo de expresarte más allá de las propias fronteras mentales, físicas y emocionales. Por todo ello, gracias Santiago, por tu pasión, por tu convicción, por tu contundencia y, por sobre todo, por ser como eres.


12santiagogilpepa 2Santiago Gil (Guía de Gran Canaria, 1967). Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Ha trabajado en medios de prensa provinciales y nacionales, así como en distintos gabinetes de comunicación.

Ha publicado las novelas Los años baldíos, Por si amanece y no me encuentras, Un hombre solo y sin sombra, Cómo ganarse la vida con la literatura, Las derrotas cotidianas, Los suplentes, Sentados, Queridos Reyes Magos, Yo debería estar muerto, El destino de las palabras, Villa Melpómene, La costa de los ausentes, Gracias por el tiempo y Dos; la novela corta El motín de Arucas; el libro de relatos, El Parque; los libros de aforismos y relatos cortos, Tierra de Nadie, Equipaje de mano y La puerta de la jaula, y los libros de poemas Tiempos de Caleila, El Color del Tiempo, Una noche de junio, Trasmallos y La extraña suerte. También ha publicado un libro de memorias de infancia titulado Música de papagüevos y las recopilaciones de artículos de opinión Psicografías y La vida retratada.


 


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