El brujo encantamiento del ocaso
Parece que están cantando
en el cielo los colores.
Se alegrarían de plasmarlos
en sus lienzos los pintores.
Negros, largos nubarrones
han atrapado un color
que, sofocado, enrojece.
Teme perder su fulgor.
El ambarino, avispado,
a la carrera se escapa,
dejando atrás la penumbra.
Añora la luz del alba.
Sucumbe mi mirada hipnotizada
al brujo encantamiento del ocaso.
Me ofrecen los colores su regazo.
La noche se retrasa, encandilada
por el sol, esa luz que alumbra el día,
del que siempre ha estado enamorada,
el amor más ardiente de su vida.
En calma, como la mía,
pude ver otras miradas,
soñadoras y risueñas,
por el cielo cautivadas.





























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