Cuando Selena Millares presentó su segunda novela en Las Palmas de Gran Canaria, entre otras consideraciones interesantes, dijo que “este es un libro sobre quimeras, sobre amaneceres”: La isla del fin del mundo, (Ediciones Barataria, Madrid, 2018).
Tras una magnífica y didáctica presentación de Maximiano Trapero, la tranquila voz de Selena Millares se adueñó del lugar: “la escritura es como una aventura, la búsqueda de algo incierto; tenemos derecho al sueño, a la utopía”. Y este libro es una buena muestra de ello. Pero a mí el que me impactó de verdad fue el anterior: El faro y la noche, (Ediciones Barataria, Madrid, 2014). Y con él me presenté en la charla con la intención de pedir una dedicatoria, pero no lo hice. La escritora no hacía más que saludar a tanta gente conocida que creí que no debía invadir un espacio tan personal. Pero su charla me agradó y la percibí como si fuera una suave y tranquila ola que se acerca pausadamente a la orilla. Y el hecho de que las portadas de sus novelas pertenezcan al pintor J.M William Turner no es una casualidad. Es la constatación de una mirada personal y de una literatura pasional que se funden en Selena Millares. A veces creo que le ha puesto palabras a los cuadros del genial pintor.
Y tengo para mí que ha elegido las precisas y adecuadas.































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