Hemos pasado tantas veces delante de ella que ni nos habíamos percatado de su sencilla presencia: blanco, ventana y luz que proyecta una sombra casi continua día y noche. Los tonos ligeramente azules del marco de la ventana, desgastados, podrían hablarnos del paso del tiempo y del vacío interior. Parece cerrada a cal y canto. Sin embargo, lo significativo de esta fachada de pescadores, al ladito mismo del mar, es que se ha mantenido en la Historia del lugar. Es casi un milagro. Sí, sí, un milagro cotidiano de los que Canarias sabe mucho.
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