La escultura del Parque Chino, en Arucas, del poeta Domingo Rivero, no es una escultura cualquiera: es una realidad permanente que no solo mantiene vivo al poeta, sino que, al mismo tiempo, continúa susurrando sus versos. Pensamientos únicos y emociones propias del que miraba con atención, y discreción, la vida. Nos regala la vida de su tiempo y la prolonga en la nuestra. Es lo que tiene la Literatura: nunca muere. Y siempre nos entrega, como si de una donación se tratase, las interpretaciones acordes con cada momento histórico. Por eso escribió lo que escribió Domingo Rivero. No por la fama venidera, sino porque deseaba llegar al corazón de quienes ya no vería. Por eso los poetas son eternos. Y Domingo Rivero lo es. Porque su ideal no ha muerto.
Falleció el Lunes, 08 de Septiembre de 2025 en La Montaña - Gáldar a los 89 años
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