Innovación

Opinion

leonilojulio2017Tenemos una clase política que no nos la merecemos. Cierto es, una más que otra. Cuando les ponen un micrófono, sea cuál sea su procedencia, les surge un cúmulo de conocimiento, que no pueden contener y, claro, pasa lo que pasa. En muchos casos, más de los que sería de desear, ese volcán de elocuencia nos deja anonadados. Perplejidad a raudales nos propician. Lo más sabroso del asunto, la capacidad de no equivocarse que poseen; al menos así lo piensan, o lo creen pues son más de ello, cuando se les afea una metedura de pata. Basta con pararse un momento, abstrayéndose de la vorágine de lo cotidiano, para encontrar una gavilla de ejemplos que ilustran tales asertos.

Todo esto viene a cuento por lo de la Consejera de Economía de la Comunidad Autónoma de Castilla León, a quien no se le ocurre algo mejor –durante una de esas ruedas de prensa que suele dar la clase política– que ponerse a hablar de probadores. La cuestión, según nos cuentan, estaba relacionada con la incidencia que el comercio electrónico está teniendo en el tradicional. Ya se sabe, por aquello de apoltronarnos frente a la múltiple y variada oferta televisiva, empezamos a tener dificultades para ir de compras. La solución, a golpe de clic –pregunten si no a la señora Villalobos– para ahorrarnos el viaje hasta el comercio más cercano, o no. La buena señora, no la Villalobos sino la Consejera, en un alarde irrefrenable de aportación de ideas brillantes, no se le ocurre otra cosa que sugerir (no publicará tal cosa en boletín oficial supongo) el cobro por el uso de los probadores.

Cuando trató el asunto, para enfatizar por no encontrar la sugerencia lo suficientemente llamativa, lo planteó como una aportación de ideas innovadoras. Que el concepto de innovar, del que se abusa sin compasión, parece no estar totalmente aclarado, es evidente. Hago mención al hecho de cómo lo utilizan, con lo que queda patente la errónea interpretación de su significado. Cualquier cosa, por muy manida que esté al ser algo de uso común, cuando se acompaña del término sufre una transformación espectacular. De tal modo, que lo inútil adquiere notoriedad e importancia y lo pasado de moda, rejuvenece de modo instantáneo. La pregunta, en relación con el asunto que nos anima, es bien simple: ¿tenía interés por mejorar la situación de los comerciantes o, por el contrario, perseguía hundirlos en el lodo? Jamás lo sabremos, pues como acontece en estos casos, la señora negó lo expresado. A pesar de haber quedado todo perfectamente grabado.

Si de innovar se trata, tampoco están tan desencaminados quienes nos gobiernan en estas islas sometidas al albur de los sirocos (después de tantos años perdiendo). No nos podemos olvidar de ese afán innovador que les caracteriza. Qué es, si no, ese empeño (al parecer frustrado) de introducir los videojuegos en el aula. Habrase escuchado sugerencia que suponga mayor aporte innovador a la escuela. Sobre todo, porque a pesar de la escasez presupuestaria, para el deporte electrónico en cuestión, apareció una notable cantidad de dinero. Pura innovación, vamos.


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