Marisol ha hecho este cuadro. A partir de una fotografía, que ha enriquecido con su técnica, le ha sabido dar la vuelta. Y lo ha pintado con tranquilidad y solvencia; como si estuviera leyendo uno de sus acostumbrados libros. Ha aprovechado Marisol muy bien su tiempo libre. Por eso este cuadro es como un libro: ha sabido leer entre líneas.
Y lo ha hecho sin aspavientos. Su natural tranquilidad no solo se refleja en su sincera mirada, sino que además logra comunicar al resto de los mortales que es necesario pararse y mirar, eso sí, mirar con detenimiento. Por eso ha hecho lo que ha hecho: ha destacado a las personas y las ha colocado en su contexto; como debe ser.
Así que la fotografía ha vuelto a renacer convertida en un cuadro, donde, al jugar con las sombras y luces, las personas allí retratadas han vuelto a acercarse para saludar de nuevo. Y para señalar que el tiempo solo es una entelequia.
Pero eso Marisol Hernández hace rato que lo intuye.
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