Pérdida de racionalidad sistemática
Sentimos que el progreso de las civilizaciones es una batalla constante al tiempo y que no podemos pararnos a reflexionar un solo instante sobre si los cimientos sobre los que asentar las nuevas sean lo suficientemente fuertes como para no derrumbarlas por negligencia racional, la cual viene derivada del constante temor por quedarnos atrás en evolucionar en la misma proporción que las civilizaciones más cercanas a unos límites programados con anterioridad. El avance descompensado del progreso se olvida de países alejados de las economías mundiales y al que estas no se paran a apreciar el inmenso desnivel de recursos a los que tienen acceso; el desproporcionado sistema global no genera los suficientes recursos para abastecer lugares del Planeta condenados a la miseria o envueltos de luchas ancestrales sin amparo de las naciones para boicotear la guerra y apostar por la paz que el mundo en toda su inmensidad demanda, antes de que la indulgencia de lo que llamamos vida nos abandone.
La incoherencia predomina en la humanidad desde que esta es examinada por eruditos arcanos, filósofos o pensadores del placer por observar que nos han demostrado mediante numerosos escritos que la perfección no es lo más valorado por nuestros antepasados. Se puede acertar a opinar o atreverse a apostar sobre lo que en la antigüedad se decía de la solidaridad con el semejante o del compromiso social cuando como tal lo conocemos en la actualidad; veremos sin duda la desacertada evolución del personaje, masivamente enfocado en el porvenir propio y adiestrado en una época en la cual todo se basaba en sobrevivir a las luchas para acumular territorio, siempre usando el vasallaje de los menos recompensados con la fortuna de una clase social que ya comenzaba a despuntar en aquellos tiempos como malsana, insolidaria y ebria de poder sobre los que consideraba mediocres criados de su hegemonía.
Es tanta la profusión de hechos que cercenan las posibilidades de progreso en algunas sociedades que sin duda, estamos en vías de lograr un envite poco afortunado, el del acceso al progreso de muchos millones de habitantes de la Tierra. No es sino impostada la manera de actuar de algunas naciones con respecto a las necesidades de otras, argumentos ocasionales en situaciones límite dejan paso a incomprensibles actos de desidia social; el manejo de la economía es la causa probable de la desafección de algunos pueblos con respecto a la inmensa mayoría de otros que sufren las consecuencias de una opresión sistemática causada por la dejadez política a la que el capital maneja al ritmo que más les interesa, boicoteando planes de ayuda o perdiéndose entre sus manejos el interés solidario.
Se está cansando el mundo de la constante irrupción de basura vertiéndose sin medida, en la agonía del aire que respira la Naturaleza o en la sequedad de una superficie confundida entre la niebla de un progreso insostenible; pero también se está cansando el Planeta de los desechos lanzados al exterior de sus lindes y de la irreflexiva aptitud de quienes nos asentamos en él, personajes de pacotilla que no atienden como deben el cuidado de su hábitat y desaíran la fuerza de esa naturaleza a pesar de las constantes catástrofes que evidencian las heridas que infringimos al entorno con las que quiere demostrarnos que todo tiene un final y el nuestro esta pronto para salir a escena y convertirse en un delirante espectáculo.
La especie humana, la que debemos decir que nunca se catalogó de buena artífice en el cuidado de su ecosistema desde que el avance de esta comenzó, cuando pasó de servirse de su entorno para mantenerse y tan sólo pretendía de él sobrevivir a las lunas y ver aparecer el astro luminoso que calentara su piel, comienza a ver sus errores y por el contrario, en lugar de ponerles remedio a la mayor brevedad posible, se instalan en la demagogia de la necesidad tecnológica, a costa de la pureza de su agua, se deshace de lo que ya no le sirve o place, al considerarlo un bien inservible sin futuro y se asienta en el poder del dinero para tranquilizar a las masas que les interesa, en definitiva, compran la desnutrición del Planeta por la mala nutrición dependiente de la usura por tener más que los demás y que tan sólo el capital les proporciona.
Los valores sociales de los que siempre hemos creído se beneficiaban los individuos racionales son ahora una mera utopía, ocultos en la maraña de las penurias se mantienen poco dados a manifestarse en su propio favor; el liderazgo del capital, supremacía del quehacer de las naciones, es un hecho propio repleto de poder que tapona cualquier orificio por el que se puedan infiltrar costumbres, culturas y civilizaciones a las que tienen sometidas para cubrir sus necesidades básicas y proveer a sus propias sociedades protegiéndolas de todo tipo de connivencia entre otras diferentes. Como consecuencia de esta desazón de los más proclives a evitar el caos de una humanidad severamente castigada se reconoce la destrucción de parte de ella en conflictos eternos que utilizando la ideología o la fe, son los que pretenden conseguir grandes lucros a su costa. La realidad se puede percibir contrastando las libertades de unos con el sometimiento a causas puramente vertidas en costumbres primitivas provenientes de países en los que la cultura es un útil del futuro al que solo unos pocos tienen acceso.
Nos estamos quemando por la influencia del fuego que ocasionamos lanzando castillos de artificio sin mesura, nos olvidamos de que somos débiles a pesar del dinero, incapaces de vivir sin las nuevas tecnologías que no indican nada bueno en el progreso debido al que nos estamos enfrentando; devoramos suficiencia a chorros de avaricia, logrando con ello tan solo minucias de tiempo en nuestro ocio diario y sometemos a la indulgencia de los cielos que no nos arrebate los bienes que poseemos. Y es que la situación comienza a ser angustiosa, no le duelen prendas a quien maneja los hilos de la economía mundial mantenerse al margen de tanto delirio, es un hecho convincente para la inmensa mayoría pensar que el progreso es causa suficiente para invadir propuestas recurrentes que trabajen en paralelo, como las vías del tren cuando se juntan en el infinito, podríamos tratar de mantener el crecimiento futuro con la supervivencia del Planeta que logren el nexo de unión de una probable convivencia sin distancias encriptadas, calculadas en favor de unos pocos y sin conexión directa con las necesidades de la mayoría social sin recursos.
La dificultad de vivir con tecnología sin atender la sociedad y la interacción de los personajes es un hecho lamentable que el progreso no debe pretender descuidar, al fin y al cabo el hábitat cambia de manera presurosa, las culturas avanzan y las civilizaciones están obligadas a mantener un paso firme en el recorrido de la innovación en el mundo pero los individuos deben respetar el futuro del Planeta si quieren postergar el final de una era.


























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