En las zambas argentinas, cuyas letras son siempre tan sugerentes y tan desconocidas en estos tiempos precipitados, la tarde parece abalanzarse sobre la inmensidad del país, donde Facundo Fierro y Atahualpa Yupanqui.
Aquí, más cerca, la misma tarde se proyecta en el vacío Parque Municipal dejando una estela de luz por la que avanzar. Y de recuperar un espacio que enlaza con la adolescencia y con la juventud, hoy tan lejanas. Aunque el espacio es el mismo, son otros jóvenes los que lo invaden y estrujan en sus proyectos ilusionantes. Los mayores, en cambio, lo ven con otros ojos, con los ojos de la tarde vital.
Sin embargo, tienen algo en común: se trata de seguir caminando.






























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