Sobre la persecución, odio, homofobia, exclusión y marginación de los obispos Españoles al colectivo LGTB

Opinion

pedrorodriguezmoyLos cristianos nos encontramos cada vez más divididos acerca de la cuestión de la aceptación e inclusión de personas homosexuales en la iglesia. El debate en sí mismo está usualmente representado como esencialmente poner a la Biblia, por un lado, contra la compasión y la justicia social por otro. Nuestros corazones cristianos, dice el (usualmente apasionado) argumento, nos llevan a dar igualdad moral y legal completa a los gays y las lesbianas; nuestra fe cristiana, sigue la (usualmente apasionada) refutación, nos lleva a adherirnos, sobre todo, a la Palabra de Dios.

La compasión por los demás es la piedra angular de la ética cristiana; la Biblia es la base de la fe cristiana. ¿Qué cristiano podría elegir entre las dos?

La respuesta es que no se le pide a ningún cristiano que haga esa elección. Es una falsa dicotomía que por un lado está el texto de la Biblia, y por otro la igualdad completa para los LGTB. Dios no podría pedir o esperar que los cristianos eligieran nunca entre su corazón y su fe.

Reconciliar a la Biblia con la aceptación sin reservas de la gente LGBT no requiere que descontemos nada de la Biblia, que la refundamos, la deconstruyamos o reinterpretemos. Lo único que requiere es que leamos esos pasajes de la Biblia donde la homosexualidad es mencionada con el mismo cuidado con el que leeríamos cualquier otro pasaje del libro.

Podemos confiar en Dios; podemos confiar en que Dios es cariñoso.

Y podemos confiar en que nosotros podemos – y que ciertamente deberíamos- tomar a Dios, en este asunto, como en todas las cosas, por su Palabra.

Si no hay una norma claramente establecida en la Biblia para marginar y condenar al ostracismo a la gente gay, entonces el que los obispos continúen haciéndolo es moralmente indefensible, y esto debe cesar.

Lo que no puede negarse es que los obispos han causado gran cantidad de dolor y sufrimiento a las personas homosexuales usando su posición dentro de la sociedad como voceros de Dios para proclamar que todas las relaciones homosexuales son desdeñadas por Dios, contribuyendo así a sabiendas a la cruel persecución de una población minoritaria.

Ellos dicen que la Biblia define todas las relaciones homosexuales como pecaminosas, les ordena excluir de participación completa en la iglesia a todos los pecadores que no están arrepentidos (incluyendo a los homosexuales) y los llama moralmente a que públicamente (o al menos, de forma resuelta) denuncien los actos homosexuales.

Sin una norma explícita de Dios de excluir y condenar a los homosexuales, el tratamiento dado por los obispos a las personas homosexuales está en clara violación de lo que Jesús y los escritores del Nuevo Testamento justamente identificaron como el más importante mandamiento de Dios: amar al prójimo como a sí mismo.

La comunidad LGTB ha pedido justicia a los obispos, que tienen una obligación bíblica de ser justos. Dado que el maltrato a las personas homosexuales por parte de ellos es tan severo, la regla de Dios de marginar y condenar al ostracismo a las personas homosexuales debe estar clara y explícita en la Biblia. Si no existe una norma claramente establecida, entonces el maltrato continuado por parte de los obispos hacia los gays y las lesbianas es moralmente indefensible, y debe cesar.

Están siendo anti-bíblicos al usar los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales como justificación para aplicar estándares absolutos de moralidad a los “pecados” homosexuales que ellos mismos no están tentados a cometer, mientras al mismo tiempo aceptan para sí mismos un estándar de moralidad relativa para aquellos pecados en los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales que ellos sí cometen rutinariamente.

La homosexualidad es brevemente mencionada en sólo seis o siete de los 37.173 versos de la Biblia. El hecho de que la homosexualidad se menciona tan raramente en la Biblia debería ser una indicación para nosotros del grado de importancia que le daban los autores de la Biblia.

Mientras que la Biblia casi no habla de la homosexualidad, una gran cantidad de su contenido está dedicada a la forma en que un cristiano debe comportarse. A lo largo de todo el texto, la Biblia insiste en la justicia, igualdad, amor y el rechazo del legalismo sobre la compasión. Si los cristianos heterosexuales están obligados a mirar hacia la Biblia para determinar lo pecaminoso de los actos homosexuales, ¿cuánto mayor es su obligación de mirar a la Biblia para determinar lo pecaminoso de su comportamiento hacia los homosexuales, especialmente a la luz del llamamiento de justicia de la comunidad homosexual?

Algunos de los pasajes bíblicos pertenecientes a esta cuestión son: Aquel de ustedes que esté libre de pecado que tire la primera piedra. (Juan 8:7) (NVI)

No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley. Porque los mandamientos que dicen: «No cometas adulterio», «No mates», «No robes», «No codicies», y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.» El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley. (Romanos 13:8-10) (NVI)

En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos. Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. (Colosenses 3:11-13) (NVI)

¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos! Cuelan el mosquito pero se tragan el camello. (Mateo 23:22-24) (NVI)

Un principio fundamental del cristianismo es que todos somos pecadores natos, que no tenemos elección sino existir en relación a nuestras naturalezas pecaminosas. Y así los cristianos aceptan como inevitable que cualquier cristiano, en algún momento, beberá demasiado, por ejemplo, o sentirá lujuria o mentirá.

Como hemos visto, en los pasajes de la Biblia comúnmente utilizados para condenar a los homosexuales Pablo también condena, junto con la homosexualidad, aquellos tres pecados específicos. Pero los obispos no piensan que se espera de ellos que nunca cometan ningún grado de esos pecados. Entienden que las circunstancias y la debilidad humana normal deben ser tomadas en cuenta antes de condenar cualquier transgresión. Todos entendemos rápidamente y aceptamos la diferencia entre beber socialmente y ser un borracho, y entre un pensamiento lujurioso y cometer adulterio, entre decir una mentira piadosa para halagar y mentir de forma crónica.

Lo hacen, eso es, para todos los pecados excepto la homosexualidad.


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